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Por tierras armenias

Por tierras armenias

Llegamos al norte de Armenia por carretera y empezamos a conocerla visitando el monasterio de Haghpat. El complejo que alberga este monasterio de los siglos X-XIII tenía el estilo armenio que íbamos a ver repetido en el resto de los monasterios de la región: una serie de edificaciones variadas y complementarias que los convierten en enclaves autosuficientes situadas en lugares estratégicos, todos ellos con unas vistas fantásticas. En Haghpat había una iglesia principal, capillas, el refectorio, la biblioteca con las tinajas metidas en el suelo donde guardaban los monjes sus manuscritos tapados con piedras para salvarlos de las invasiones; un precioso campanario exento y atrios o "gavit" en cada edificación con tumbas en el suelo. La guía nos explicó que si andabas por encima de esas tumbas ayudabas a sanar los pecados de los difuntos. A destacar las khachkars o cruces talladas en piedra suave que permitía realizar detallados grabados teñidos de color rojo brillante, utilizando tintura de cochinilla. Seguimos conociendo Armenia visitando una ciudad museo con las casas típicas de dos pisos con balconadas de madera tallada. Luego llegamos al lago alpino de Sevan a 2.000 m de altitud. Un lago cercenado por las políticas estalinistas en su intento de crear proyectos de energía hidroeléctrica e industria pesquera que finalmente fracasaron. En el siglo VIII unos monjes erigieron un convento en lo alto de una isla del lago, pero en 1930 tuvieron abandonarlo cuando los soviéticos suprimieron la religión. Ahora mismo ya no existe isla y puedes llegar al complejo monástico andando porque esos fallidos experimentos provocaron una bajada de las aguas que hizo que se formara un camino terrestre hasta el monasterio. Al dia siguiente de nuestra llegada, visitamos Ereván, la capital, y como llovía fuimos al Centro Cafesjian para las Artes que exhibe una colección de arte armenio moderno, contemporáneo e internacional. Otro dia visitamos Echmiadzín y la iglesia de Santa Hripsime, una de las 7 maravillas de Armenia. Esta Santa del siglo IV, llamada la monja guapa, junto con la abadesa Gayane y otras 38 monjas si, fueron las primeras mártires cristianas de la historia de Armenia, perseguidas, torturadas y finalmente asesinadas por el Rey Tiridates III de Armenia al rechazar Hripsime casarse con él. También fuimos a ver el complejo enorme de la Catedral de Armenia, donde además de la iglesia, hay seminario, biblioteca, residencias, jardines y unas lápidas que pudieron salvarse de un antiguo cementerio donde observas las tres representaciones que se solían esculpir: el símbolo redondo de la eternidad; en medio la cruz, como símbolo del camino de esta vida y encima la representación del paraíso. Otro dia nos dirigimos hacia el monasterio de Khor Virap, cuna del cristianismo armenio con vistas cercanas al Bíblico Monte Ararat y allí nos sacamos la foto. Este monte tradicionalmente armenio de más de 5.000 m y nieves perpetuas impresionaba, aunque apenas pudimos ver el ultimo tercio de la cumbre nevada por la bruma habitual. El monasterio mira al Ararat y allí estaba la tumba de Guillermo el Iluminado. Después nos llevaron a ver una bonita bodega familiar y catamos vino blanco de una uva endémica de allí, un tinto con cuerpo, un moscatel semiseco y una copa del famoso coñac armenio que nos pareció delicioso, asi que nos lo trajimos a casa. En ruta y encaramado a 1.500 metros de altitud paramos en el Arco de Charents, construido para dar homenaje a las víctimas de la represión estalinista y para elevar a categoría de templo al monte Ararat, la montaña bíblica símbolo perdurable de Armenia que se dibujaba a lo lejos. Luego llegamos al templo romano de Garni del siglo I d.c. construido por el rey Tiridates I, dedicado al dios del Sol Mitra. Las vistas a las montañas de basalto eran de admirar. Antes del almuerzo de ese día participamos en un taller de elaboración del pan armenio, llamado lavash, considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Probamos un rollito de este pan fino, cortado en tiras anchas que se rellena con queso, cebollino, albahaca, perejil y estragón. Finalmente, llegamos a los ultimos momentos de nuestro periplo por Armenia y decidimos pasar la tarde paseando tranquilamente por la ciudad. Nos asombró la bonita y gran Plaza de la República creada en 1926, construida con piedra toba rosa de Armenia, una preciosa roca volcánica que le da a Ereván su cálido resplandor rosado. Es este inmenso círculo se reunen los edificios de la Casa de Gobierno, la Galería Nacional de Armenia, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Correos, el hotel Marriott y el History Museum. Durante el periodo soviético, la plaza se llamó Plaza de Lenin y su estatua fue demolida tras la independencia del país. Frente al museo se encuentra una de las atracciones más queridas de Ereván: las Fuentes Cantoras que ofrecen su sinfonía de agua, luz y música todas las noches desde finales de mayo hasta octubre. Disfrutamos de la Plaza sentados en una terraza junto al hotel Marriot tomando una cerveza Draft Kilikia mientras escuchábamos a la violinista del bar interpretar obras clásicas y canciones de Frank Sinatra. Una delicia. Con pena, subimos por el paseo peatonal muy animado de tiendas y bares, hasta llegar al edificio de la Opera con sus jardines y un lago del amor onavegable. Mención a parte quiero dejar de las visitas que hicimos a Tsitsernakaberd, el Memorial del Genocidio del pueblo armenio, muy emocionante porque la guía nos iba interpretando la información de los paneles explicativos del holocausto transmitiéndonos los horrores de esta bárbara tragedia donde Armenia jugaba con cuchara de papel mientras que el resto de los países tenían cuchara de hierro, en alusión a que estaban armados para una guerra mientras que los armenios sólo eran un pueblo indefenso y pacífico. La comunidad internacional miró hacia otro lado, los armenios se quedaron sin derecho a ser respetados y fueron masacrados. Al salir, compungidos y con un nudo en el estómago, visitamos la gran explanada del obelisco y unas esculturas enormes representando a las 7 provincias armenias. En su centro guardan la llama eterna que desde 1965, 50º aniversario del genocidio, nunca se ha apagado. Otra visita muy interesante fue la del complejo de edificaciones del monasterio de Noravank, lugar de peregrinación, ubicado en un estrecho desfiladero rodeado de imponentes acantilados rocosos y rojizos. La arquitectura estaba llena de riqueza al haber sido lugar de reyes. Destacan las esculturas y los bajorelieves religiosos por su ejecución artística. El tímpano de "La Virgen con el Niño" sentada en una alfombra me pareció muy original, así como las valiosas cruces de piedra. No pudimos subir ni bajar la estrechísima escalera sin barandilla de la iglesia de Asvatsatsin al estar cerrado el paso porque la gente terminaba cayendo accidentada. Por fin, la última visita a destacar especialmente porque quiero reflejarla en homenaje a mi profesor del curso de manuscritos medievales Andres K. quien nos supo transmitir su pasión por este maravilloso arte, fue al museo Matenadaran donde me emocioné admirando las miniaturas que también los monjes armenios elaboraron en sus manuscritos para que los aficionados del mundo a este arte pudiéramos seguir disfrutándolos.

Al norte de Araba

Al norte de Araba

El conjunto monumental de Quejana en el valle de Ayala era lo único que nos quedaba por visitar del interesante patrimonio que descubrimos este mes de septiembre en la ruta de las ermitas por este valle. La visita fue una agradable sorpresa pues no imáginábamos la inmensidad arquitectónica que luego admiramos. Aquello habla de una época en la que este territorio que hoy parece tan apartado de las rutas habituales, en el siglo XIII y hasta finales del XVIII fue muy transitado al ser un importante cruce de caminos de las muchas rutas comerciales que bajaban del norte de la península a la meseta, lo que trajo mucha prosperidad al valle e hizo que las familias nobles se enriqueciesen gracias a los señoríos reales otorgados. Así ocurrió con los Ayala que se destacaron tanto por su papel militar como por su capacidad de gestión, siendo fieles aliados de la Corona de Castilla y decisivos en las luchas de bandos que azotaban el País Vasco. Durante la visita al conjunto monumental, vimos una serie de dependencias comunicadas entre sí: torres, convento, torre-capilla, la iglesia de San Juan y palacio de la familia Ayala. Comenzamos por la capilla-torreón de 25 metros de altura dedicada a la Virgen del Cabello donde se encuentra la cama sepulcral de Pedro de Ayala y su mujer Leonor de estilo plateresco en alabastro de gran calidad y belleza. Ambos aparecen vestidos con lujosos trajes de la época. La escultura está finamente elaborada y sobresalen los detalles, muchos de ellos en oro, como los guantes de ambos y la espada de él. No les faltan a los pies una serie de animalitos que dan de fe de los valores morales en vida de sus ocupantes: leones, perritos fieles y santos que ayudan a realzar el sepulcro. En las paredes se hayan las estatuas yacentes de los padres del canciller, Fernan y Elvira. Este político, fue además diplomático en Europa, un gran ilustrado y famoso poeta que escribió interesantes obras como el Rimado de Palacio y el Libro de la Cetrería. Debió amar a muchas mujeres segun dejó escrito su sobrino y cerca hay un palacio hoy convertido en restaurante que curiosamente fué un regalo que hizo el Canciller a uno de sus hijos bastardos. Debido a sus infidelidades Leonor no quiso enterrarse junto a él en Quejana y lo hizo en el ya desaparecido Convento de San Francisco, en Vitoria. El cuidado de la capilla y del convento se encomendó a las monjas dominicas que lo habitaron desde 1378 hasta 2008. Poco después lo compró la Diputación de Alava. A destacar la copia del retablo del siglo XIV compuesto por tablas representando la vida de Jesus y tres generaciones de donantes de la casa de Ayala en las esquinas inferiores. Mide 2,5 metros de alto por 6,7 metros de ancho y está organizado en dos niveles que configuran un total de diecisiete escenas separadas entre sí por motivos arquitectónicos góticos pintados. Fue vendido junto al frontal del altar por las monjas en 1913 y lo compró un magnate americano que lo donó al Museo de Arte de Chicago donde ahora está expuesto, aunque se cuestiona la validez legal de la venta al carecer de la autorización necesaria de la Santa Sede y del beneplácito de la casa de Alba, sus patronos. Su famoso relicario y otras joyas se pueden admirar en el Museo de Arte Sacro de Vitoria. También visitamos las dependencias del monasterio; su claustro cerrado en los años 80 del siglo pasado con bastante mal gusto, las celdas de las monjas con ventana con rejas para no olvidar que estaban en clausura; la sala donde se recibía a las visitas externas y el inmenso refectorio con puntales de hierro en el medio para evitar el colapso de las vigas del techo. En la mesa de la superiora colgaba una campanita mediante la que ella establecia los tiempos del comienzo y del final de la comida y un altillo con luz natural que permitía a la monja lectora amenizar la comida. La Sala Capitular era muy grande, destacaba el techo de estuco y tenía un bonito balcón enrejado con unas vistas magníficas del valle desde donde se veía la espadaña de una antigua iglesia cuyas campanas servían de aviso para las emergencias de aquel lugar. En la sala había unos grandes armarios etiquetados que contuvieron tesoros del convento y vestiduras litúrgicas. Pasamos por laberintos de pasillos y llegamos hasta el gran coro de clausura de la iglesia parroquial del titular San Juan Bautista que tiene retablo barroco, En el coro destacaba un gran facistol y un Cristo gótico que antes presidía el altar de la iglesia. La iglesia tiene entrada por el palacio, por el monasterio y por el patio de entrada donde está la capilla-torreón y en ella hay restos de los antiguos sepulcros de los padres de Pedro de Ayala que ahora están en la capilla-torreón. Además destaca un púlpito de hierro forjado que se quedó colgado de la pared sin acceso. Escaleras arriba llegamos a la parte más alta del torreón de ventanas palaciegas y bancos de piedra con un alto techo de madera sustentado por pequeñas vigas circundantes. No pudimos visitar el inmenso palacio de dos torres, tres plantas con patio abierto y claustro de galería arqueada, porque todavía están restaurándolo. La verdad es que no sabría reproducir el recorrido que hicimos por la cantidad de giros y vueltas que dimos por todo el conjunto con paredes comunes. Me pareció un laberinto bien organizado. La sensación que tuvimos durante todo momento fue la de estar visitando unas potentes joyas arquitectónicas del medievo alavés en las que esta poderosa familia ejerció su gran poder económico, militar y cultural durante mucho tiempo. Al salir te topabas con el camino Real de la Sopeña, por el que circularon las mercancias que venían del Cantábrico y de los valles burgaleses y que cayó en desuso en el siglo XVIII cuando se creó el puerto de Orduña ypor el que los carros tirados por ganado podíancircular con mayor comodidad y seguridad. En la foto estoy en la capilla-torreón de la Virgen del Cabello, con la copia del famoso retablo de tablas góticas junto al sepulcro de los Ayala.

Por tierras georgianas

Por tierras georgianas

Con mucha curiosidad debida a los prometedores paisajes con el que el bar georgiano cercano a casa adorna su local y las sabrosas comidas y Kachapuris que ofrecen innovando la oferta gastronómica del barrio, pusimos rumbo a Georgia. Como el paquete comprendía también Armenia, el viaje se ponía todavía más interesante. Llegamos a Tbilisi, o Tiflis, capital de Georgia donde se mezcla su recién pasado de arquitectura soviética, con elegantes edificios del siglo XIX, además de una impactante zona moderna junto al río. La ciudad está dividida por el río Kurá o Mtkvari, difícil de pronunciar en georgiano y la verdad es que nos encantó. La Ópera, el Parlamento con la cruz de Nino de racimos de uva, la Avenida Rustaveli, el dorado obelisco de San Jorge, el Ayuntamiento, el barrio de Abanotubani, sus calles típicas llenas de ambiente, como Shardeni o Erekle II y el Palacio Presidencial nos parecieron imponentes, pero también había construcciones recientes y de diseño moderno y atrevido que nos agradaron especialmente como el Puente de la Paz, un monumento al brindis con forma de cuerno al estilo Calatrava; el edificio con forma de hongos, que es el Palacio de Justicia enclavado en el futurista parque Rike, y el Centro de Exposiciones, una construcción con forma de largos tubos de material brillante. Por encima de nuestras cabezas el funicular llevaba a la gente hasta la cima del Monte Mtatsminda donde una mujer de aluminio de veinte metros de altura con el traje nacional de Georgia simboliza el carácter nacional del país porque en su mano izquierda sostiene un recipiente de vino y "saluda" a los que vienen como amigos, y en su mano derecha posee una espada para aquellos que vienen como enemigos. Navegamos por el río en una barcaza animada por un Dj bebiendo Chacha, el vodka georgiano por excelencia. Desde el río veiamos unos acantilados con casas colgantes y nos sorprendimos cuando otro día fuimos a cenar a una de esas casas convertida en restaurante disfrutando de su rica comida con espectáculo de bailes regionales, aprovechando para admirar el paisaje nocturno de la ciudad desde lo alto del río. En iglesias cabe destacar la Basílica Anchiskhati y la Catedral de la Santísima Trinidad comúnmente conocida como Sameba, además de la iglesia medieval de Metekhi junto al rio con su plaza donde la majestuosa estatua del Rey Vakhtang I Gorgasali a caballo impresiona por su poderío.  Al dia siguiente nos pusimos en ruta y visitamos en la antigua capital Mishketa el ortodoxo Monasterio Jvari del siglo VI con maravillosas vistas sobre los dos ríos que se juntan en uno sólo junto a la calzada larguísima y rectilínea que se pierde en el horizonte y que fue parte de la ruta de la seda. Allí está la famosa Cruz del siglo IV de Santa Nina, una mujer evangelista que convirtió al rey Mirian III al cristianismo. La cruz fue supuestamente capaz de hacer milagros y atraía a peregrinos del Cáucaso. Bajamos al pueblo y allí vimos la Catedral de Svetitskhoveli, que según la creencia georgiana, allí se guarda la túnica de Cristo. Me gustó el enorme fresco del Pantocrátor que ocupa todo el ábside central de arriba a abajo. También visitamos el pueblo natal de Stalin y el curioso vagón de madera con cortinillas, donde viajaba, se alojaba y se reunía con su equipo de trabajo. Nos impresionó muchísimo la sofisticada ciudad de piedra Uplistsikhe, en un alto, donde estamos en la foto, que procede del primer milenio a.c. pero todavía poco se sabe de ella. Visitamos el Convento de San Nino Bodbe, lugar venerado por los georgianos porque está enterrada la famosa Santa Nino en una capillita que tiene la iglesia. Las vistas al bajo Cáucaso son estupendas y el valle se extiende a lo lejos hasta las faldas de las altas montañas. Fue interesante conocer la medieval villa de Sighnaghi, uno de los núcleos por el que transitaba la Ruta de la Seda. Visitamos su Museo Histórico y Etnográfico con piezas de la Edad del Bronce y la sala con pinturas del pintor de arte naif Niko Pirosmani, fallecido  en 1936 sin haber alcanzado la fama que ahora tiene. En resumen es lo que estos dias hemos conocido de Georgia y como nos ha gustado tanto, nos hemos propuesto volver por nuestra cuenta algun año de estos.

Ermitas en septiembre 2025 - 4ª parte

Ermitas en septiembre 2025 - 4ª parte

Esta última etapa, la más monumental del recorrido de este año gracias a la organización de Ermitaraba la hicimos en una escasa hora y media. Llegamos a ver sus iglesias, dejando para otro momento los edificios civiles. Comenzamos por la iglesia de la Asunción de la medieval Arceniega, situada dentro del recinto amurallado y pegada al Ayuntamiento que lleva el escudo de la villa, una encina, la lanza y tres torres. En el arco principal del pórtico de la iglesia del siglo XVII hay otros tres escudos, un escudo pontificio del Papa Urbano VIII, otro a la izquierda con las armas del reino y otro más a la derecha coronado por un jarrón de azucenas por tratarse de un templo mariano. La torre almenada de 1572 y la portada de tres arquivoltas apuntadas, recuerdan el caracter defensivo que tuvo el templo. El retablo es de la época tardia del barroco, del siglo XVII y contiene la talla de la Virgen, algo rígida, así como lo son todos los personajes que figuran en el banco del mismo, a la izquierda los apostoles de color dorado y a la derecha los esbirros y soldados de colores vivos recogiendo escenas de la Ultima Cena, la Flagelación, el Prendimiento...Luego fuimos hasta Sojoguti, cuya iglesia de la Anunciación de principios del siglo XVII, es ejemplo de lo que se llamaba iglesia de patronazgo. Éstas eran iglesias fundadas por familias nobles que adquirían una serie de derechos sobre ellas, como enterrarse dentro, recibir diezmos...a cambio de mantener el edificio en buen estado. Tras el Concilio de Trento de mediados del siglo XVI, se puso fin a estas prácticas porque daban lugar a abusos, pero en Sojoguti y en la tierra de Ayala, durante todo el siglo XVII y XVIII el patronazgo siguió efectivo, quedando el mismo patente en los escudos que colocan sus fundadores en las zonas más visibles del edificio. Nada mas llegar a esta iglesia, ves un primer escudo del mayorazgo de la familia Cámara en su espadaña y otro en el pórtico, que mezclan las armas de ambos cónyuges representando una unión matrimonial duradera incluso después de la muerte. El retablo rococó es de finales del siglo XVIII, con yeserías y unos santos muy policromados, hermosos y poco habituales, San Román y San Pantaleón, médico martir representado tras haber resucitado a un niño picado por una serpiente pisando al animal que le había mordido. La imagen de la Anunciación es muy especial, de manos delicadas, se lleva la mano al pecho indicando su condición virginal y a su vez el ángel como respuesta, señala hacia arriba indicando que el Espiritu Santo descenderá sobre ella. Me llamó la atención el púlpito  de madera apoyado en sirenas de larga cola de escamas que se cubren el pecho con sus aletas. Salimos de Sojoguti para llegar al destino final de nuestra ruta, el broche de oro tras visitar las otras doce iglesias programadas y éste fue la joya incomparable del Santuario de la Encina. El papa Luna, en 1404, ya conocía su existencia y concedía indulgencias a quienes contribuyeran a restaurar el santuario. El templo actual es de 1498 y nada mas acercarte ves el escudo de los Austrias en el centro del pórtico debido a que Arceniega era villa de realengo pero sometida al poder de los Ayala y este escudo se alzó como reivindicación de autonomía frente al señorío insistente de los Ayala. Allí está a la entrada sobre un pilar, la imagen de la Virgen en piedra recordándote que se apareció en una encina de este prado. En el interior el retablo es tan bello que te deja sin respiración. No creo que hayamos visto nunca nada igual. Parece una monumental obra de orfebrería. Recoge escenas de al vida de la Virgen de la Encina y de la infancia de Jesus y cada escena se remata con un tejadillo de delicada tracería. Hay multiplicidad de personajes tallados que parecen actuar con vida propia, aprecias sus onduladas poses, los gestos y el cuidado de su anatomía; la pasarela de modas renacentista, los ropajes ampulosos, los mantos flotantes, los velos, los barbuquejos y tocados, la delicadeza de los gestos, la sutileza de las manos, la inclinación de las cabezas.... Estampas flamencas de comienzos del siglo XVI se muestran en las escenas de la Pasión, de la Crucifixión, del Descendimiento, ocupando la Magdalena las escenas centrales mientras que la Virgen y San Juan permanecen siempre juntos. La policromía es dorada con fondo azul, los personajes buenos aparecen con rostros claros y pelo negro y los malos, con pelo rojo y rostros oscuros. Las escenas del banco son impresionantes, en la Ultima Cena, el Prendimiento, la Flagelación parecen escenas en movimiento que te hablan. La Virgen de la Encina, se muestra amamantando al Niño mientras los ángeles la coronan. Fuera del retablo, una Andra Mari del siglo XIV descansa sobre una encina. Encima del retablo aparecen los escudos de los RRCatólicos y hay una clave con el nombre de Carlos V, que se piensa financió el retablo porque estuvo en el Santuario debido a que tuvo muy mala travesía en su primer viaje a España y como la Virgen de la Encina era invocada por los marineros en los temporales como su protectora, se cree que de esta invocación vino la promesa del regalo. El resto de la iglesia está llena de más bellísimos retablos y bellos murales para pasar horas y horas contemplándolos. El entorno del Santuario es muy agradable pues allí está la famosa encina de más de cinco siglos rodeada de una verja que recuerda la leyenda. Allí nos sacamos esta foto y pudimos poner fin a la aventura que nos ha llevado ver las ermitas del año atravesando los paisajes extraordinarios de nuestra querida tierra de Ayala y Arceniega. 

Ermitas en septiembre 2025 - 3ª parte

Ermitas en septiembre 2025 - 3ª parte

Este segundo sábado que teníamos para terminar de conocer las ermitas pendientes de la ruta propuesta por Ermitaraba, comenzamos el recorrido en la iglesia de San Pedro de Menagarai, un lugar histórico lleno de palacios, donde hasta el siglo XVII se celebraban las Juntas del Concejo bajo el peral de la foto enfrente de la torre. En este pueblo nacieron hijos lustres y personalidades de la política como Eugenio de Llaguno que fue secretario de la Real Academia de la Historia, Ministro y consejero de Carlos III. Esta eminencia consiguió que un pintor ilustre de la Corte, Ginés de Aguirre, pintara un cuadro de gran tamaño y buena calidad como pieza central del retablo de la iglesia de San Pedro, que representa la curación por el Santo a un paralítico. La expresión de ilusión expectante del paralítico se ve muy bien reflejada en su rostro y se nota claramente la sorpresa de la gente que les mira. Este cuadro está lleno de colores, de claroscuros y simbolismos. El retablo está rematado por un frontón triangular con dos angelotes que sobrevuelan la escena y sostienen la tiara con las llaves de San Pedro. La cruz parroquial es rococó de formas onduladas y de los otros retablos rococós que tiene la iglesia, me llamó la atención la suavidad y elegancia de la figura de San Nicolás de Bari. Unos metros más abajo de San Pedro encontramos la Ermita del Cristo del siglo XVIII ubicada junto al camino real cuya entrada principal de medio punto se cerró porque "no se podía celebrar con vientos". En su pequeño retablo se venera un emotivo Cristo crucificado. Salimos de Menagarai camino del Santuario de la Blanca por unas estrechas carreteras entre bosques, eucaliptos, con profundos precipicios y rezando con mucha fe para que no apareciera nadie de frente pues no sé cómo lo hubiéramos solucionado. Llegamos al Santuario de la Blanca donde la festividad que se celebra no es la del 5 de agosto, sino la del día siguiente, de los Santos Justo y Pastor. La talla de la Virgen dentro de su camarín de 8 columnas salomónicas, una pequeña Andra Mari de 53 cm, tiene al Niño sentado en una rodilla y se apoya en la otra haciendo una graciosa curva. Sostiene en su mano el orbe y con la otra bendice. Esta talla medieval, única reliquia superviviente de aquella época, conserva parte del dorado original. El ático va rematado con unas curiosas pirámides invertidas muy típicas del barroco, que dan sensación de inestabilidad al retablo. El Santuario está situado enfrente de la Sierra Salvada y el paisaje es cautivador. Nos hubiéramos quedado todo el dia en sus campas mirando al horizonte en esa mañana soleada. En su momento este Santuario tuvo hospedería y espacio para las cabalgaduras y estaba a cargo de las "sororas" o beatas que lo cuidaban. Continuando la ruta prevista, llegamos a Llanteno, pero aquí no vimos la iglesia, sino las escuelas y el cementerio monumental del arquitecto Saracíbar vinculado a la familia Murga, famosa por su ascenso social y sus terribles desencuentros y peleas. Los Murga eran hidalgos y agricultores y su hijo Mateo, educado en el extranjero, amasó una gran fortuna. Hombre avanzado a su tiempo, amante de la educación y las nuevas tecnologías, estaba muy chapado a la antigua. Dicen que era severo con sus hijos y que trató mal a su mujer Margarita que acabó separándose de él haciendola pasar un calvario. Así se abrió una grieta familiar que acabó reflejada en el cementerio. Su hijo José, muy diferente a su padre, a los 23 años quedó huérfano de padre, madre y hermano mayor, y también único heredero de un gran imperio que supo gestionar provechosamente. Fue senador y ennoblecido por Amadeo de Saboya con el título de Marqués y Vizconde. Recontruyó el inicial panteón para hacerse su propio panteón en estilo neogótico y como le gustaba hacer ostentación de su riqueza trajo mármol de Carrara para los escudos que adornan el frontón y las 4 estatuas de los extremos talladas en Italia. A su vez su tia Catalina construyó otro panteón llamado de la familia Garay con cúpula de escamas de cobre muy al estilo francés, por lo que hay 2 monumentales panteones en este pequeño cementerio. Luego nos enseñaron las escuelas de Llanteno que fueron fundadas en 1897 por la misma familia que construyó el cementerio, la de Catalina Murga y sus hijas, que habían heredado una inmensa fortuna de sus tios solteros. La inspiración de fundar estas escuelas venía de la importancia que el creador del imperio familiar, Mateo, daba a la educación y viendo que muchos hombres y casi todas las mujeres del pueblo eran analfabetos fundaron estas escuelas de modo que Alava se convirtió en la primera provincia del país que consiguió escolarizar a todas sus mujeres. Las escuelas, de muy buena construcción, con techos altos, baños, pozo propio y muy aireadas, conservan sus rampas de acceso, las aulas, mapas antiguos, muebles originales y otros espacios dedicados ahora a talleres y actividades para los vecinos del pueblo. Asi pusimos fin a la primera parte de la excursión y fuimos en busca de un café para reponer fuerzas.

Ermitas en septiembre 2025 - 2ª parte

Ermitas en septiembre 2025 - 2ª parte

Tras visitar San Miguel de Etxegoien, la Purisima Concepción de Aguíñiga y la Asunción de Respladiza este sábado despejado de septiembre, pusimos rumbo a la ermita de la Virgen de Etxaurren enclavada en el lugar más bonito del valle de Ayala. Frente a la ermita pudimos admirar una panorámica impresionantemente bonita de toda la Sierra Salvada y además, como se ve la sierra desde lo alto del emplazamiento del lugar, las dimensiones cobran una fuerza emocionante. El cielo azul del día tan bueno que nos acompañó, enmarcaba las siluetas del valle con tonalidades de postal. Esta ermita tiene muchos devotos ya que alberga a la patrona de Ayala y uno de los días de fiesta, San Marcos, coincide con mi cumpleaños, asi que cuando llegue ese día ya tengo programado peregrinar hasta la la ermita y luego comer espléndidamente en el restaurante de Quejana, cuyo entorno, iglesia, monasterio y palacio no pudimos ver porque estaban siendo usados ese día para un rodaje. El nombre de "Etxaurren", quiere decir delante de la ermita, aunque el nombre de "Intxaurren"que se traduce como del nogal, podría ser mas acertado, debido a que la Virgen se apareció en un nogal y además la Virgen de aquí siempre ha sido llamada la "Virgen del Nogal". Destaca su amplio pórtico y su portada medieval de arco apuntado. El bonitro retablo churrigueresco alberga a la Virgen que tiene su propio camarín. La Virgen sujeta al Niño y éste hace un curioso gesto alzando los bracitos, quizás como presagio de su crucifixión. A continuación llegamos al sorprendente pueblo de Lujo, hoy despoblado, lleno de lujosas losas en sus casas, sus muretes de separación de fincas y hasta cubriendo el suelo de las eras del pueblo. Lujo era famoso por sus rocas calizas de buena calidad y por sus canteros, y en muchas construcciones de la época se exigía en los contratos que tanto la piedra como los canteros fueran exclusivamente de allí. Tiene también muy buenas vistas a la Sierra Salvada y su pequeña iglesia, del siglo XVIII fue construida sobre el anterior templo. La espadaña es más antigua que la iglesia y el pequeño retablo barroco alberga una pequeña pero valiosa Andra Mari medieval. El coro de madera tiene labradas unas hojas en la balaustrada con antepecho que son de muy buena artesanía. Salimos de Lujo y ya casi eran las 2 de la tarde, pero nos aconsejaron como un buen plan de fin de ruta, que pusiéramos rumbo a Añes, el lugar de donde partían caminos que hacían de paso entre Alava y el Valle de Losa en dirección a Castilla, para ver su iglesia y sobre todo porque nos iban a enseñar después cómo funcionaba un molino reconstruido. Además, merecía mucho la pena porque en la iglesia de San Vicente de Añes quedan restos románicos de los más importantes y antiguos de Alava. Cuando llegamos nos dimos prisa en ver la portada de su pórtico sur, que era la joya de esta visita. Tiene arco de medio punto y tres arquivoltas y es del año 1128. La primera arquivolta está decorada con ángeles de alas abiertas, la segunda y la tercera con flores. El tímpano es la maravilla de la iglesia y todavía recuerdan cómo en 1982 se vio llorar de emoción a nuestra gran historiadora Micaela Portilla cuando con una horquilla del pelo poco a poco fue raspando la capa de yeso y descubrió la composición que albergaba esculpida este tímpano: el árbol de la ciencia del bien y del mal con el fruto prohibido entre sus ramas como figura central. A ambos lados estaba la serpiente ofreciendo el fruto a Eva. Cuando Adán y Eva se dieron cuenta de que habían pecado cubrieron su desnudez con unas hojas y Adán se llevó la mano a la garganta en un gesto muy dramático al ser consciente del problema que habían provocado. Tras admirar esta verdadera belleza de tímpano, vimos por dentro una pequeña iglesia muy sencilla sin nada a destacar, pero su exterior lucía unas cornisas ajedrezadas y canecillos románicos de la misma época que el pórtico. La espadaña era del siglo XVIII. Terminamos nuestra visita a Añes yendo al molino junto al río y viéndole funcionar cuando el agua canalizada rompió contra su rueda, provocando que las piedras se movieran para moler la harina que Ángel, el vecino que lo había restaurado, le iba echando, contándonos al mismo tiempo historias de su infancia alrededor del molino haciendo las delicias de todos los asistentes en un lugar precioso de un día estupendo que nunca olvidaremos.

Ermitas en septiembre 2025 - 1ª parte

Ermitas en septiembre 2025 - 1ª parte

Este año también hemos participado en la excursión por las ermitas que nos propuso la amable gente de Ermitaraba. La zona a visitar comprendía este año el valle de Ayala y Arceniega y decidimos asistir porque es muy difícil ir de pasada por esas tierras ya que nos caen muy a desmano, y sobre todo porque las iglesias vete a saber cuándo las volveremos a encontrar abiertas. Bajamos Altube, nos metimos por Amurrio y enseguida empezamos a ver la Sierra Salvada, pared y refugio de los pueblos donde estaban las ermitas de la ruta. Comenzamos por la de San Miguel en Etxegoien, la de la foto, y nos costó encontrarla porque quedaba a desmano del pueblo. Justo en este lugar fue donde Etxegoien nació y empezó a repoblarse allá por el siglo X. Esta ermita debió ser el modelo de las iglesias del resto del valle. Tiene una pequeña nave con su espadaña y un pórtico, pero no conserva la puerta original. Dentro hay un coro de madera y un pequeño retablo barroco de un solo nicho donde está San Miguel muy expresivo, luchando con el demonio con cara de enfadado, al pobre San Miguel le faltan los brazos pero lo compensa con la fuerza que irradia. El paisaje de campas al abrigo de la sierra era muy acogedor. De allí surgían unos caminos que ya nos gustaría algun día recorrer. Después fuimos a Aguíñiga a los pies de Sierra Salvada, un pueblo del siglo XII. Su iglesia de la Purisima Concepción está presidida por una balconada y un banco corrido con su fecha de construcción, 1789. La espadaña tiene un habitáculo para acceder a las campanas pero los vanos de la pared están cerrados y sólo hay un ventanuco visible desde fuera, así que nos quedamos preguntándonos cómo sonarán estas campanas. La portada es gótica y dentro destaca la capilla renacentista de los Durana, una joya construida gracias a Juan de Durana, un emigrante del nuevo mundo en busca de fortuna al que le fue muy bien. Las bóvedas y las paredes de toda la capilla están recubiertas de un retablo pintado y espléndidas pinturas de Juan de Armona, hoy pendientes de restaurar. Su escudo de armas se muestra en el arco de acceso: un árbol y cinco panelas, hojas de chopo y cruces de San Andrés. Luego llegamos a Respaldiza, el corazón del valle. Aquí se celebraban las Juntas Generales y se elegía cada 29 de septiembre, San Miguel, a los cargos municipales del valle usando un cántaro y cascabeles. Aquí juraban y se reunian cada 15 dias los 5 alcaldes y los 5 diputados, con funciones administrativas y judiciales, para celebrar en el cementerio la Junta General del Ayuntamiento y también los juicios, debido a que como era un lugar sagrado se considerba que los acuerdos o sentencias tendrían mucha más fuerza vinculante. Luego en el siglo XVIII se edificó el Palacio Consistorial aprovechando la torre de la iglesia. Allí luce el escudo de los Ayala, dos leones sostenidos por otro león coronado y sonriente, rodeado por mas leones y niños. La planta superior albergaba la cárcel. Al lado estaba el pórtico de la iglesia de la Asunción donde se celebraron también Juntas Generales y desde donde se podía ver tras una bonita reja, la capilla de la Piedad. Hoy está tapiada esa pared y la capilla se ve desde dentro de la iglesia. La portada del siglo XII es parecida a la del Santuario de Estibaliz, con sus cuatro columnas de bonitos entrelazados geométricos. Junto a la pared de la portada hay una valiosa lauda sepulcral románica, del abad Pedro cuyo año de construcción está reflejado segun el calendario de la "Era Hispánica", frecuente en la Edad Media, derivado de la dominación romana de Hispania y que empezaba en el año 38 a.C.. Este calendario fue abolido por los RRCatólicos. El retablo de la iglesia es el primer retablo churrigueresco del Pais Vasco. La imagen de la Asunción es curiosa por los ángeles que a su alrededor la elevan al cielo. Al lado del retablo está el sepulcro del primer conde de Ayala, Don Vela y los herederos de su linaje. A destacar la capilla de la Virgen madrileña del Rosario, de dulce expresión y por supuesto, la capilla de la Piedad mencionada, de buena talla, que data del siglo XVI y desprende gran intensidad emocional. Tras ver estas maravillosas obras de arte, nos tomamos un café antes de continuar la ruta y seguir viendo las ermitas que todavía teníamos planificadas para esta espléndida mañana de sábado.

Puerto ciclista

Puerto ciclista

Otro dia decidimos ir a Francia, pero primero fuimos a ver la estación eléctrica Carboneco Neoelectra y la piscifactoría de Nacarii que estaba justo al lado. Desde la alambrada vimos cómo seleccionaban los esturiones,  los atrapaban con una red, les metian en una bañera y les examinaban, devolviendo al agua la mayor parte de ellos, imagino que devolverían los que no tenían las huevas del preciado caviar que ellos comercializan. El trabajo era inmenso porque levantar a pulso unos peces tan grandes requiere mucho esfuerzo y tiene que ser agotador. Siguiendo carretera adelante llegamos a Les Baigneres de Luchon por el puerto de Portillon, de 1.300 m de altura, con unas vistas impresionantes y lleno de curvas de herraduras. Luchon es famoso por sus aguas termales, tiene un balneario moderno y al lado está el decimonónico que le precedió estilo Belle Epoque asentado en una plaza florida con hoteles antiguos a su alrededor, rehabilitados y relucientes con sus balcones de hierro forjado y sus fachadas adornadas de esculturas. Visitamos el balneario moderno y la iglesia Notre Dame de la Assomption, diferente a las nuestras, donde el organista estaba ensayando. Me recordaba al Santuario de Lourdes. Callejeamos por una ciudad muy tranquila y silenciosa, con muy poca gente, casi todos de nuestra edad. La calle Mayor tenía bares, restaurantes y tiendas pero muchas estaban cerradas por fin de temporada. Me hubiera gustado quedarme en una Creperie que llevaba anotada pero tambien estaba cerrada y como los "plat du jour" que anunciaban algunos restaurantes no ofrecían nada interesante, consideramos que Luchon ya estaba visto y decidimos coger el camino de vuelta con destino a Les para comer aquí algo a la brasa. Entre medias paramos en la bonita cascada de Sidonie y también en un mirador donde había un monumento con los nombres  de los ciclistas españoles que un día ganaron el Tour de Francia, destacando Bahamontes e Induráin. Bajamos le Portillon entre curvas cerradas y llegamos a Les. Allí comimos en un restaurante sobre el río Garona al que veíamos fluir con fuerza en busca de su desembocadura en Francia. El sol empezaba a darnos en la mesa y tuvimos que aproximarnos a la mesa de una pareja francesa de nuestra edad que estaba al lado, disfrutando de una apatitosa paella con su sangría, algo que hemos observado en toda la ruta pues hay numerosos restaurantes que ofrecen este combinado levantino que estos franceses se pirran por degustar. Nosotros preferimos las cosas que preparan a la brasa y comimos muy a gusto en esta refrescante terraza protegida del sol, un rico menú de ensaladas, una catalana con embutidos y la otra de un espumoso rulo de queso de cabra con frutos secos, luego un par de generosos entrecots de buey a la parrilla con pimientos verdes y patatas fritas caseras que estaban divinos. Todo fue tan delicioso y abundante que no pudimos pedir postre y nos lo sustituyeron por un café e infusión. Luego para bajar la comida y aunque ya lo conocíamos, paseamos hasta San Blas bajo el castillete medieval del otro día y estuvimos sentados a la sombra de un tupido árbol disfrutando de una brisa suave y cálida alargando esa tarde otoñal tan bella, preludio de nuestro fin de estancia en este inmenso paraiso de hipnotizantes montañas.

Al sur de Vielha

Al sur de Vielha

Tras ver las ermitas e iglesias del valle de Aran, otro dia nos dirigimos al valle de Boi Taull, a una hora al sur de Vielha bajando por su túnel de 5 km. Fácilmente la carretera te conduce al primer lugar de visita, a Sant Climent de Taull, y lo primero que percibes es que te has encontrado en un lugar donde más de mil años atrás ya entraba gente como tú a vivir el encuentro con Dios. Era fácil porque estaba representado en las bóvedas, en todas las paredes del templo y con sólo pasear tu vista por ellas te quedabas enfocado en el mensaje que transmitían esas líneas de color. Cogimos entrada para ver 3 iglesias, todas románicas, con restos de pinturas y su característica estructura, pero luego nos animamos y vimos cuatro iglesias más, incluso nos atrevimos a subir cuesta arriba por el monte hasta la ermita de San Quirc de Durro, donde hay un observatorio de estrellas. Empezando por la famosa San Climent, donde impresiona su ábside central con el Pantocrátor que pudimos apreciar como fue en su momento por la proyección que nos pusieron simulando cómo fueron las pinturas románicas con influencias bizantinas de aquella época, tal como están en la foto. Seguimos adelante y arriba en la plaza estaba otra de las iglesias del valle, la de Santa Maria de Taull, con pinturas en los laterales. La siguiente fue la de Sant Joan de Boí, sencilla, con algun resto de pintura y un retablo barroco a la entrada. Más tarde llegamos a Santa Eulalia d’Erill, con un curioso Descendimiento de madera encima de la viga de madera del altar, copia del que hubo en época románica. Como no teníamos ganas de comer porque desayunamos de maravilla, aprovechamos el mediodia para andar un poco y llegamos a Barruera. De aquí fuimos a ver la cascada de Darro. Luego, desde la carretera vimos una cascada muy alta, cerca de una central, y nos metimos para verla más de cerca. Allí estaba el río que se juntaba con la salida de la cascada, un espectáculo precioso. Me daban ganas de meter los pies en el agua porque el día estaba espléndido, pero imaginé que tenía que estar helada, asi que nos fuimos a ver la iglesia de Sant Feliu de Barruera y la de la Natividad de Durro, edificio un tanto raro tras haberla efectuado variadas reformas durante todos estos siglos. Dede allí subimos andando hasta San Quirk, porque quienes no son vecinos tienen prohibido subir por su carretera, y entre senderos cuesta arriba llegamos resoplando hasta la ermita, a 1.550 m de altura, una ermita románica con espadaña cerrada que tiene en su campa un mirador de estrellas y por supuesto, unas vistas magníficas. Nos costó mucho subir por senderos empinadisímos, pero mereció la pena alcanzar esa altura para disfrutar de las vistas. Lo que tiene el valle de Tahull es que todas sus iglesias son patrimonio mundial, y ves cómo tienen la misma forma: nave central, algunas tienen más de una nave al haberlas mezclado con los estilos de moda, la torre o campanario característico de 6 alturas con variadas ventanas dobles en los cuatro lados y tres absides siendo más grande el central. También verás tallas de la Virgen, de Jesús crucificado o de los Santos de la advocación, todas de pequeña hechura, como nos gustan a nosotros porque nos recuerda nuestro románico y una fe sin alardes ni florituras. La influencia lombarda en estas construcciones es evidente: las arcuaciones ciegas, los frisos de dientes de sierra y las lesenas o bandas lombardas, con presbiterio más o menos ancho; cubierta de madera y pinturas murales, que ahora son copias porque las originales fueron llevadas al MNAC o al obispado de Vic. En los años 20 del siglo pasado hubo intereses extranjeros que compraron estas pinturas para llevarlas a EEUU sobre todo. La Diputación se enteró y las recompró iniciando un proceso de restauración de las iglesias y sus pinturas. Afortunadamente las tenemos en nuestro país para nuestro disfrute y futura visita a estos museos. Al final del día llegamos al hotel con más objetivos cumplidos que los planificados, de modo que al volver del valle de Tahull, regalado por otro precioso dia lleno de sol, lo celebramos con nyestro champán fresquito y nuestros petit fours.

Al oeste de Vielha

Al oeste de Vielha

El segundo dia, tras desayunar en un sitio donde se liaban bastante y la tostada de tomate era un insulto a las tostadas de tomate, fuimos a la oficina de Turismo para informarnos sobre los horarios de la Mina Victoria, pero nos dijeron que sólo la abren en julio y agosto y luego en la temporada de esquí. Aquí las temporadas bajas son diferentes de las nuestras por el tema de la nieve, así que tendremos que programar otro viaje en temporada alta para ir al telesilla, visitar esta mina y alguna central hidroeléctrica. Al salir de la oficina nos pusimos en marcha para ver las iglesias de la zona oeste. Comenzamos por la de Casau, Sant Andreu, con mezcla de estilos, el edificio es románico del siglo XII, la puerta gótica y tiene una torre enorme del siglo XVII. Sus pinturas y ornamentos litúrgicos también te llevan al siglo XVII. Después vimos la iglesia de Gausac: San Martín de Tours, era la iglesia que veíamos iluminada desde el balcón de nuestro hotel. Caras graciosas en las ménsulas y una portada gótica aportalada con bóveda. Tiene un Cristo esculpido en la fachada que antes estuvo en el tímpano de la anterior iglesia románica. A continuación visitamos San Felix de Vilac a 2 km al oeste de Vielha, iglesia románica del S XII y la cabecera de la sacristía es neoclásica. El pie de altar tambien conserva el original románico. La portada tiene cuatro arcos de medio punto en degradación protegidos por un guardapolvo decorado con el típico ajedrezado originario de Aragón y Navarra. El tímpano presenta un curioso trabajo escultórico con la representación de la figura de Cristo, coronado y entronizado rodeado por el Tetramorfo. Otro elemento destacable es la lápida de origen funerario encastada en la parte superior de la portada. Su torre es enorme con ventanas góticas y ménsulas con caras amables. En las paredes hay piedras con restos de dibujos románicos. Está enclavada en un parque con fuente y unas vistas espléndidas y no hay pasos de piedra sino un verde césped muy bien cuidado por donde paseas hasta llegar a la portada. Luego en Montcorbau vimos la iglesia románica de San Esteue donde hubo un ábside románico que se sustituyó por un ábside poligonal de estilo gótico. Durante el período barroco, se incorporaron cinco capillas en los laterales de la nave que han dado lugar al aspecto actual de la iglesia, Tiene pinturas murales del s XVIII con paisajes bíblicos. El pórtico es del s XVIII y se le incorpora un Cippus romano del siglo III en la fachada. Junto a él figura un escudo abacial y el Crismón románico. También el suelo del recinto es todo de hierba pero no estaba tan cuidado como en la de Vilac. Pasamos de largo Betlan donde estaba la iglesia de Sant Peir, porque teníamos muy mal acceso por la carretera de entrada, asi que lo dejamos para otra ocasión. Luego llegamos a Santa Maria de Vilamos a 12 km de Vielha. Estábamos a 1300 m de altura porque subimos por una carretera muy montañosa llena de curvas de herradura,  estrecheces y precipicios. La iglesia era románica del s XII, con cabeceras del s XVI y portada neoclásica de principios del siglo XIX, crismón románico y en las paredes exteriores se veían pegadas algunas losas funerarias romanas de los s III y IV. Luego estuvimos en Bossost, a 15 km del hotel. Allí comimos en una terraza junto al rio llena de franceses poniéndose tibios a paella con sangría. La comida estaba muy orientada a sus gustos pues los aliños de la ensalada se afrancesaban por la mostaza. Comimos un rico paté casero con su pan recién tostado, moules y trucha del rio Garona. Los postres caseros eran regionales: la típica crema catalana y un generoso pastel de queso con sus frutos rojos. En Bossots vimos la Iglesia de la Purificación o Mare de Deu dera Purificación, románica, pequeña, con 3 ábsides, gran presbiterio y la imagen de la Virgen con el Niño bendiciendol. Había otra capilla con un Cristo con la Cruz en la izquierda y un arca con los apóstoles en la de la derecha. El coro era de madera. La torre de esta iglesia junto a la de Vilamós, son las 2 únicas torres del valle de Arán puramente románicas. El pueblo tiene 7 ermitas pequeñas y sólo pudimos ver la de San Sebastián al otro lado del rio. Paseando por la orilla del Garona, vimos dos pequeñas centrales hidroeléctricas, una de ellas parecía en desuso y en la otra Pedro se subió para hablar con los operarios de la central. Le dijeron que producían 250 KW. Ya por la tarde llegamos al pueblo de Les y antes de llegar a nuestro objetivo, la ermita de San Blas, nos confundimos y entramos en la iglesia parroquial de San Juan, moderna y con una gran corona visigótica encima del altar. Miramos el mapa y vimos que estaba a las afueras del pueblo con vistas al castillo. La ermita es solo un ábside grande con ventanucos y una bonita reja, como en un principio eran las iglesias románicas. Dentro había una pequeña talla de San Blas muy curiosa, al que pedimos que nos siga protegiendo la garganta. Fuera, en la plaza del redondo y coqueto parque, había un tramo de un pequeño cañón de gran precisión que fue encontrado en el castillo feudal de Les, al que puedes subir desde esta ermita, pero como el camino estaba muy en cuesta y hacía calor, decidimos dejarlo para otra ocasión. Después recorrimos los paseos de Les junto al río y como ya habíamos cumplido los objetivos del día y estábamos cansados, volvimos al hotel a merendar caprichos con champán.

Al este de Vielha

Al este de Vielha

El objetivo principal de nuestra visita al Valle de Aran era visitar su patrimonio de iglesias románicas y comenzamos a cumplirlo a primera hora de la mañana del primer dia de estancia allí. Tras desayunar vimos la iglesia del mismo Vielha, la de San Miguel de Mijaran, con su famoso Cristo gótico del Desprendimiento, que tiene una mano en el costado que es la de Juan de Arimatea cuando le bajaba de la cruz. Este Cristo desapareció antes de la guerra civil y lo devolvieron desde Suiza en los años 40. En esta composición escultórica estaban también los 2 ladrones que crucificaron junto a Jesús y la presencia de estos dos ladrones suele ser muy rara. Se cree que se hizo para combatir las herejías de quienes negaban a Jesús. Un gran órgano ocupaba la capilla derecha del altar. El retablo contiene tablas de San Miguel, acabado por arriba en forma de cruz y en las naves hay unas interesantes pinturas murales, como las de la boca del infierno que conocía del curso de Manuscritos Medievales. La siguiente iglesia planificada era la de San Esteue, en Betren, pegando a Vielha, pero ni pudimos entrar ni siquiera ver su fachada principal, sólo observamos una torre rodeada del cementerio. La verdad es que no sé para qué la anuncian en la ruta de iglesias románicas cuando ni siquiera puedes entrar. En ruta de nuevo, llegamos a Sant Peir de Escunhau a 6 km al este de Vielha. Entras y te tropiezas con el cementerio pegando a la puerta, la iglesia es muy pequeña pero luce bonitos capiteles de caras, pies geométricos y ajedrezado. Luego le tocó el turno a Santa Maria de Arties, preciosa, del Siglo XIII, dentro vimos un retablo de  medio punto de tablas de madera con una talla gótica de la Virgen. En el techo podías apreciar claramente unas pinturas grandes del juicio final y otras de Dios con los apóstoles. Las columnas también contenían pinturas de gran tamaño de S.Cristóbal y S. Antonio y a los lados, pequeños retablos barrocos con gran profusión Santos. Se complementaba con un coro de madera de 2 pisos. Fuera, aparecían restos de un castillo que se derribó en la batalla de los Segadores del S. XVII. La siguiente fue la Iglesia de San Juan, única gótica en su totalidad. Se cree que fue de la Orden de los Templarios, de ahí lo de la Orden de San Juan de Jerusalén. Fue hospital de peregrinos, después perdió su sacralidad y fue residencia de la Armada, almacén de cemento...ahora es una sala de exposiciones. Continuamos llegando a San Andreu en Salardú, a 8 km hacia el este que alberga el Cristo gótico de madera policromada, famoso por ser lugar de peregrinaje. Gracias a su intercesión los hugonotes perdieron la batalla, y con las armas que se dejaron, se construyeron las rejas que encierran la talla del Cristo en el ábside. Pinturas del martirio de San Andrés y de muchos Santos en las columnas cercanas al altar. Una capilla alberga la talla de San Andrés. Me llamó la atención la pila bautismal y una pileta de inmersión que había al lado. Después de Salardú paramos en Santa Eulalia de Unha, una pequeña iglesia por donde pisas el cementerio nada más entrar en su recinto. Tenía tres ábsides pequeños. Como ya era el mediodía y todo estaba cerrado en Unha, bajamos a Salardú y comimos en una terraza de una Brasería, la famosa olla aranesa seguida de cosas a la parrilla: verduras, secreto y costillas asadas, con un vino y un postre de crema catalana y pastel de queso deliciosos. Siguiendo con nuestra planificación, fuimos a Tredos, un pueblo precioso y bien cuidado. Paseamos por el río donde había una bonita cascada y subimos hasta su iglesia Santa Maria de Cap D’Aran de Tredos que se lleva el premio a la iglesia más alta en un pueblo donde todo son cuestas de muchísima inclinación. La iglesia tiene una torre exenta con troneras. La portada es pequeña con un crismón y un par de columnas a cada lado con unas ménsulas curiosas de caras amables. Tiene tres ábsides a diferentes alturas porque también caen en cuesta. Una puerta lateral con una inscripción de Ave Maria, grandes dimensiones. Una pena no haber podido ver sus pinturas murales. Como quedaba cerca, aunque no había iglesias, fuimos a ver Baqueira Beret. Parecía un poblado fantasma. Mucho bloque de casas estilo pirenaicas pero ni un alma. Todo cerrado. Nada de nada, ni un bar…todo muy artificial, como si se hubiese quedado parado el último día de la temporada de nieve esperando que llegue algo que le saque de ese estado de letargo. Parecía el escenario de la película El Resplandor. De allí acabamos la excursión del día y vimos que sólo nos habíamos desplazado 12 km en línea recta pero con tanto camino montañoso entre medio para subir hasta los pueblos que visitamos la verdad es que hicimos un centenar de ellos. Nos acompañó el buen tiempo y fue un día muy aprovechado donde aprendimos muchas cosas interesantes.

Viaje bendecido

Viaje bendecido

Tanto al ir hacia Vielha como al volver, tuvimos un viaje bendecido porque nos hizo un tiempo estupendo, el cielo limpio y azul nos permitió ver las montañas en todo su esplendor, pudimos comer en las terrazas junto a paisajes maravillosos y la carretera estuvo libre para nosotros solos. Da gusto viajar en temporadas bajas. A la ida, nos paramos en Jaca para admirar su maravillosa Catedral. Nos paramos en su pórtico renacentista, sacamos unas fotos allí mismo y entramos por la puerta trasera donde apreciamos los artístivos capiteles en las columnas laterales, algunos como si fueran campanas; el altar mayor presidido, no por un retablo sino por los tubos del órgano, y nos pareció muy bonita la Capilla de Santa Osoria de puertas acristaladas. Admiramos el resto de la arquitectura de una de las mejores catedrales románico-góticas que impresiona por su especial belleza. Paseamos Jaca por su calle Mayor y las paralelas. Nos pareció que la ciudad había mejorado mucho desde la última vez que la vimos hace unos 10 años, más moderna, con mucha hostelería y tiendas orientadas al turismo. Nos pusimos en carretera y llegamos a Ainsa, un pueblo catalogado como uno de los más bonitos de España. Hacía mucho calor y antes de visitarlo comimos plácidamente un menú de la región: la ensalada de tomate de Barbastro con mucho sabor, las migas, la longaniza al horno, el guiso de ternera y de postre una original sopa de pera a la menta con helado de limón. Para bajar la comida subimos sus muchas empinadas cuestas y escaleras, fatigosas e irregulares, hasta el casco medieval. Las casas lucían con esa piedra marrón de la región, la curiosa iglesia en cuesta, los restos del castillo y el cuadrilátero de sus inmensas murallas, las interesantes navajeras o transportadoras de madera por los ríos, la amplia y acorralada plaza mayor y el precioso paisaje que se vislumbra desde todos los miradores del pueblo, con el Monte Perdido al fondo y sus más de 3.000. Había fiestas y un ambiente muy animado en sus terrazas. Nos volvimos a poner en marcha hacia nuestro destino por unas carreteras montañosas, con numerosas presas, casi siempre al borde del río y llegamos a descansar a Vielha. A la vuelta del viaje, tras pasar unos días en plena naturaleza, bajamos cruzando el Pont de Suert y parando en un bar donde vendían obras de arte de chocolate tan atractivas que no pudimos resistirnos a venir con una rica tableta con frutos rojos. Tras más de 3 horas, llegamos a Loarre. Hacía mucho calor. No pudimos comer en su hospedería, pero lo hicimos en el Camping una comida a la brasa, con entrantes a la mesa y luego conejo y codornices asadas. Con las ganas que yo tenía de comer conejo a la brasa con su alioli durante la semana que estuvimos en Vielha, resulta que me lo encuentro allí, en un sitio donde la vista se pierde en el horizonte. El castillo románico de Loarre lo visitamos por la tarde y fue una delicia disfrutar de este inmenso y majestuoso castillo palaciego por el que corría una deliciosa brisa fresca en todo su entorno. Tras recorrerlo, esperamos ver llegar la puesta de sol desde su majestuosa atalaya y volvimos a casa.

Bajo el castillo

Bajo el castillo

Cuando llegamos a Frias, nos alegramos de volver a ver esta resplandeciente ciudad que conocemos desde hace más de 50 años y que tiene un ambiente medieval y muy acogedor. Con razón es uno de los pueblos más bonito de la península. Nos tomamos en aperitivo en la terraza que estaba justo por debajo del farallón que sostiene la torre del homenaje del castillo de los Velasco y era impresionante mirar hacia la altura de la torre que teníamos encima de la cabeza. Después de comer un contundente menú de la región mirando al paisaje de los montes obarenses, nos dimos una vuelta por la ciudad subiendo la cuesta del Mercado hacia lo alto del pueblo con el fin de bordear el recinto amurallado donde se encuentra el castillo, con su patio de armas y las románticas ventanas con capiteles románicos donde tantas fotos nos hemos sacado a través de los años. Disfrutamos con añoranza de las excelentes vistas en 360 grados que nos ofrece este lugar privilegiado que controla el valle de Tobalina y el rio Ebro con su puente fortificado con torre y portazgo.

Navegando los fiordos

Navegando los fiordos

Dntro del parque natural de los montes Obarenses y San Zadornil, donde está el pantano de Sobrón que recoge las aguas del rio Ebro, han construido un embarcadero y desde hace poco, un barco solar construido en Bermeo, hace un recorrido por lo que ahora se llaman muy acertadamente, los fiordos burgaleses. El paseo es barco ha sido una delicia para los sentidos. Navegar por las suaves zonas anchas que van de orilla a orilla, llenas de vegetación y del vuelo de las aves, para luego adentrarte de repente en una zona de gargantas y cañones con las paredes rocosas casi verticales de diferentes colores por las diferentes clases de piedras que allí se mezclan, ha sido inolvidable. Por un lado y por el otro veías las muy cercanas laderas de acusada pendiente llenas de bosques y tupida vegetación. Como ha sido una maravilla el paseo, volveremos para disfrutarlo cuando los árboles de hojas caducas nos enseñen su variada paleta de colores ocres otoñales.

Cascadas en serie

Cascadas en serie

Al no poder hacer la comida del dia de Olarizu por estar los tres de viaje, a Matilde se le ocurrió hacer una excursión unos dias antes y pensamos que sería interesante conocer las orillas del pantano de Sobrón navegándolo. A su vez, como se nos ocurrió comer en Frias y Tobera quedaba al lado, fuimos a visitarlo para disfrutar de la belleza de estas recogiditas cascadas del rio Molinar que separan muy en cuesta el pueblo en dos con la ermita de la Virgen de la Hoz cobijada bajo unas inmensas paredes de piedra que hacen de alero, y el Humilladero del Cristo de los Remedios con su puente medieval como punto de partida en lo alto del pueblo. Las cascadas se recorren por los paseos empedrados que hay en sus orillas y hay miradores, pasos japoneses de piedras en el cauce y puentes por donde observarlas en mejor perspectiva. Bajo cada cascada se formaban unas pozas de aguas cristalinas tan agradables que te daban ganas de bañarte en ellas. Como las cascadas iban cayendo en curvas mezcladas con la vegetación, incluso podías pasar por el interior de la caída de la cortina de agua de una de ellas. El ambiente parecía mágico y el conjunto resultaba ser una preciosidad, muy tropical, relajante y refrescante. 

Puntas de espino

Puntas de espino

El santuario de Aranzazu, lugar de abundancia de espinos, da nombre a la Virgen aparecida allí en 1468 y que desde el siglo XIX es la patrona de Guipuzkoa. Está junto a Oñati y es un lugar de peregrinación a 750 metros de altura rodeado por un paisaje montañoso espectacular lleno de oquedades, colgado sobre un profundo valle lleno de riscos, simas, barrancos y rios que se pierden muy abajo. El monasterio seminario es franciscano y la basílica es ahora un edificio moderno de los años 50 del siglo pasado construido por los mejores arquitectos, escultores y pintores del momento. La fachada es de Oteiza y llaman la atención sus misteriosos 14 apóstoles. Las puertas principales son de Chillida y otros escultores, vidrieros y pintores de renombre de aquella época remataron esta gran obra, cripta incluida. La fachada está enmarcada por tres torres muy altas, realizadas con grandes piedras talladas en punta de diamante, como se ve en la foto, simbolizando los espinos de la zona que dan nombre a la Virgen. El conjunto está diseñado con el fin de dar al lugar un aire robusto y sobrio, reflejo del carácter de la gente del país vasco, por ello sólo se utilizaron materiales del entorno, madera y hierro forjado. Dentro de su enorme iglesia de una sola nave, proyectada para promover la introspección necesaria para el rezo, me impresionó el ábside, de un diseño muy atrevido que simboliza la naturaleza que le rodea. Mide nada menos que 600 metros cuadrados y es altísimo. Hacia la mitad está situada la Andra Mari Virgen de Aranzazu, gótica, de 36 centímetros de altura que está sentada sobre un tronco de espino blanco y tiene un acceso para que los peregrinos la rindan su homenaje. Me gustaron mucho los colores ocres y azulados del frontal, su forma escultórica y su única iluminación natural situada en un ventanal superior. Este conjunto de arquitectura religiosa, aunque ha recibido numerosos premios internacionales, reconozco que no es de esos que me enamoran a primera vista porque para mí le falta romanticismo y le sobra robusted y austeridad, pero pesó más la interpretación religiosa que aportaron los tan famosos autores a un lugar de peregrinación mariana que sabían era de una gran importancia espiritual a nivel mundial, ya que la devoción a la Virgen de Aranzazu se extiende por muchos países. Los franciscanos mantienen allí un lugar de estudio y encuentro intelectual al mas alto nivel y  un actividad literaria y cultural muy importante, guardando una biblioteca muy interesante llena de obras de materia y lengua euskaldun.

Ritual de fertilidad

Ritual de fertilidad

Tras salir de la cueva de Arrikrutz cruzamos el rio y nos encontramos la presa de aguas verdes de Jaturabe escondida entre paredes casi verticales llenas de árboles y maleza. Justo un poco más arriba, bajo los impresionantes farallones del pico Orkatzategi, en la sierra de Zaraia, al abrigo de la sierra de Aloña, nos desviamos y llegamos cuesta arriba a la enigmática ermita de Sandaili, metida en la enorme cavidad de la foto y famosa por ser un lugar donde se pedía a San Elias con mucho fervor, el 5 de noviembre, que les concediera un hijo y allí, sobre su altar y colgadas de los barrotes de la verja, quedaban como ofrenda las ropitas de bebé que le llevaban los futuros padres esperando volver a recogerlas tras el nacimiento de su hijo llevándole una vela y una limosna en acción de gracias. Muy emocionante. Antes de subir a la ermita y pegado a las escaleras de acceso estaba la ancestral razón de ser de todo aquello: un pequeño pilón llamado aska, que suele estar lleno del agua de lluvia que resbala por la pared de la roca y se usaba como símbolo y llamada a la fertilidad haciéndolo de varias formas: bien metiendo los dedos de la mano con el número de hijos que deseabas tener, o metiendo los pies, o bebiendo su agua o tambien sumergiéndote hasta la cintura para favorecer más el milagro. Estos rituales invocando la fertilidad me fascinan porque los tienes en los orígenes de cualquier cultura de cualquier parte del mundo a la que vayas. Ojalá San Elias pueda ayudar a cumplir los deseos de los padres que desean tener hijos y no pueden. Además, como buen foco de fertilidad, también caminaban hasta Sandaili baserritarras de algunos pueblos cercanos alaveses para pedir lluvias en tiempos de sequía. La cueva es un lugar de peregrinación y había dispuestas mesas de piedra y un fuego para pasar el día contemplando a San Elias rodeado de las vistas tan maravillosas que ofrece la naturaleza de la zona, agreste y embriagadora. 

La cueva del león-tigre

La cueva del león-tigre

La cueva de Arrikrutz está en Oñati, dentro del inmenso complejo kárstico de Gesaltza-Arrikrutz que alberga el macizo de Aizkorri. La visita transcurrió entre estrechas y altas verticales paredes de la roca, como si estuviéramos recorriendo un desfiladero por donde pasaba un rio subterráneo, y esto impresionaba porque podías tocar con las manos la pared de ambas orillas. El recorrido rectilíneo y curvoso a ratos, estaba iluminado estratégicamente y las pasarelas se conectaban en diferentes alturas subiendo y bajando escaleras, lo que ampliaba las vistas traseras y delanteras del recorrido, apreciando acentuadas caídas bajo el tramex de los pies. Dentro observamos las típicas estalactitas y otras formaciones geológicas de una cueva, pero lo que caracteriza a Arrikrutz es su importancia paleontológica al ser la única cueva de la península de la que se sabe que tuvo vida salvaje porque allí se cobijaban hace miles de años animales de las cavernas. Afortunadamente shan encontrado sus restos, en concreto, el esqueleto de un animal, mezcla de nuestro león-tigre actual, cuya copia, tal como se encontró el original, sobresalía del suelo para darnos cuenta del tamaño y de la forma que tenían estos animales. Sobre una roca había una réplica de cómo pudo haber sido este animal, en actitud amenazante y realmente impresionaba. También encontraron un cementerio de osos, cráneos y huesos de panteras y se sabe que allí moraron hienas y ciervos gigantes.  La visita se pudo calificar de auténtico lujo porque estuvimos los dos solos con la única compañía de la guía y durante toda una hora tuvimos la cueva a nuestra entera disposición para disfrutar sin prisas de sus bellezas y sobre todo del silencio convertido en paz absoluta.

Monasterio del cister

Monasterio del cister

Este monasterio navarro del siglo XII, Monasterio de Iranzu o de Santa María del Helechal, hoy felizmente restaurado, está situado a una hora de casa, camino de Estella, y como buen lugar de espiritualidad, está enclavado en un bonito paisaje entre montañas y ríos. El monje de la orden Teatina que nos recibió a la entrada al convento, donde había una curiosa exposición de las cañerías medievales de las excavaciones, nos explicó con ilustrada paciencia y claridad, que aunque en un principio hubo una comunidad de monjes benedictinos, poco después, en el siglo XII llegaron los monjes cistercienses, creando el primer monasterio cisterciense de la península edificado segun sus estrictas normas: «en el fondo de un valle cerrado, cerca de un río en el que el agua fluya generosamente y, como horizonte, el cielo para estar más cerca de Dios». Los monjes cistercienses eran considerados como los mejores agricultores de Europa, y vivían de los beneficios que generaban sus explotaciones. Este Monasterio llegó a reunir variadas propiedades entre tierras de cultivo, pastos, iglesias parroquiales, pueblos enteros....que se extendían por toda la península. Los monjes lo habitaron hasta 1839 al ser expulsados por la desamortización de Mendizabal, y el Monasterio permaneció abandonado hasta 1943, cuando los padres Teatinos se hicieron cargo del lugar comenzando, junto a la ayuda de la Diputación navarra, una titánica restauración que ha culminado en la recuperación de la espectacularidad que este monasterio, situado en un enclave de contemplación y silencio, el mismo que tuvo en un principio. Durante de la visita, destacaba el claustro que se ve en la foto, tan simétrico en sus esquinas que pareciera que hubieran puesto un espejo al otro lado, con esos preciosos arcos apuntados con trilóbulos interiores y ojos de buey de elaborada tracería, propios de un gótico pleno. En él se situaba el curioso lavatorio con templete, donde hay una gran fuente exagonal que amplía el claustro al introducirse en el jardín. Accedimos al templo, de inspiración cisterciense francesa, potente en sus columnas, con un órgano portátil que llevaba ruedas; la cocina con su alta chimenea central; lo que fue el refectorio; las salas de castigo donde los monjes se sometían al silencio y la abstinencia, y su amplia sala capitular, presidida por la Virgen de Iranzu, cubierta de bóvedas con nervios, el lugar más terrenal del monasterio donde se decidían los asuntos mundanos y se elegía al abad. Afuera podías apreciar el lugar en el que estuvo el amplio hospital, que acogía a toda la gente que allí llegaba enferma y que debido a las pestes sucesivas, la población de monjes en el intento de sanar a sus enfermos, mermó considerablemente. En un jardín interior estaba la recogida y primitiva ermita de San Adrián, donde una pequeña comunidad monástica existió antes de edificarse el monasterio. Rodeando al monasterio hay bonitos y frondosos lugares de paseo y esparcimiento, que invitan a pasar el día y comer al aire libre disfrutando de la paz del lugar, una maravilla.

Santuario in excelsis

Santuario in excelsis

Después de visitar la cueva de Mendukilo fuimos hasta el Santuario de de San Miguel de Aralar que nos quedaba relativamente cercano. Hubo que subir y subir por una carretera curvosa de montaña pero mereció el esfuerzo porque el lugar en sí mismo es muy especial. Las vistas a 360º de las montañas que lo rodean desde una altura de casi 1.400 metros te permiten admirar el paisaje sobre una de las cimas más altas de la región, de ahí lo de San Miguel "in excelsis", y el aire que se respira hace que te sientas relajado y en paz. El fascinante entorno está cargado de historia, de devoción, de leyendas, como la de San Teodosio, de cercanos monumentos megalíticos, y de inigualable arte. El templo por dentro es espectacular. Sus muros milenarios conservan una joya excepcional: el brillante retablo esmaltado de Santa María, pieza maestra del arte medieval, elaborada especialmente para este santuario por los mejores orfebres y esmaltadores de Limoges del siglo XII, lo que da cuenta de la importancia que para el pueblo tuvo el arcángel San Miguel, al que durante más de 9 siglos miles de peregrinos le han invocado. Así lo hicimos nosotros cuando metimos la cabeza rezando un Credo en el hueco de la sima donde el Arcángel se apareció al pastorcillo. Su icónica imagen es muy original porque porta en su cabeza la cruz de Cristo, símbolo de la resurrección. Tras visitar el templo anduvimos entre las hayas centenarias y por el resto del paisaje aprovechando todos los puntos de observación que el lugar nos ofrecía para grabarlos en la memoria. Visitar este inolvidable lugar, tan espiritual, mereció mucho el esfuerzo de haber llegado hasta allí.