Descubriendo Malaga

Alojados en Benalmádena, aprovechamos la estancia para recorrer esta tierra tan alegre y acogedora. Ya conocemos bastante de sus pueblos y lugares famosos, pero todavia nos quedan muchos sitios por descubrir. Esta vez visitamos de nuevo Antequera que, aunque ya la conociamos del año pasado cuando fuimos a ver su impresionante Torcal, nos quedaba pendiente de ver la zona urbana y sus famosos dólmenes. La ciudad de Antequera nos pareció muy bonita. Comimos la famosa porrra antequerana y me gustó mucho. Su ruta de monumentos e iglesias son dignos de contemplar y volver a visitar con tranquilidad porque, donde invertimos el tiempo, fue en pasear por su paisaje de dólmenes. Acostumbrados a los nuestros, que son pequeñitos y apenas tienen unas piedras verticales y otra horizontal haciendo de techo, nos encontramos con un conjunto arqueológico de dolmenes impresionantemente grandes, igual que catedrales del Neolítico, formados por grandes bloques de piedra donde aparecen cámaras y espacios con cobertura adintelada (Menga y Viera) o una falsa cúpula (El Romeral). Estos monumentos megaliticos, patrimonio de la Unesco, se sitúan entre los más importantes de la Prehistoria europea. Su uso era para fines rituales y funerarios, y los trabajos de ingeniería, arquitectura y construccion utilizados demuestran que allí hubo una sociedad prehistórica altamente organizada. Se encuentran enterrados dentro del paisaje, bajo túmulos de tierra y es curioso que se orientan no al este, sino hacia los dos monumentos naturales cercanos y mágicos como son la Peña de los Enamorados y el impresionante Torcal. En la foto, se ve la orientación del dolmen hacia la Peña de los Enamorados, lugar que recoge una emocionante leyenda de amor: un joven cristiano fue apresado por los moros en la época de la Reconquista. Mientras estuvo cautivo se enamoró de la hija de un rey musulmán y cuando su relación fue descubierta, el padre de la princesa envió a sus hombres para apresar a la pareja que, refugiados en la cima de esta Peña y ya muy desesperados, decidieron lanzarse al vacío, eligiendo la muerte antes que una trágica separación, convirtiéndose la leyenda en un símbolo perdurable del amor eterno.
Otro dia de nuestra estancia en Malaga, fuimos a conocer Estepona desde donde se ve el peñon de Gibraltar y sus playas, su casco antiguo lleno de poesías y su ambiente tranquilo nos gustaron mucho. Allí probamos las gambas al pil-pil, que se llaman así porque salen en cazuela de barro pilpileando en un rico aceite hirviendo. También quiero destacar lo divertido que fue ir a comer al famoso restaurante El Tintero en las playas del Palo de la capital malagueña, donde no hay más que esperar en la mesa y escuchar al personal que va corriendo por los pasillos cantando los platos que lleva en la mano a medida que van saliendo de las brasas. Si te interesa alguna de sus delicias, con levantar la mano es suficiente para que lleguen volando hacia tí para adjudicarte lo pedido. Volveremos.
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