Descubriendo bellezas de Rumania

Antes de pasar al último dia de nuestra estancia en Rumania visitamos la ciudad de Siguisoara, Patrimonio de la Unesco, que tiene un casco viejo muy medieval de los más bonitos que hemos visto. En la foto estamos junto a la Torre del reloj, con su autómata, aunque no lo vimos funcionar y al lado se ve la casa, pintada de amarillo, donde nació Vlad el Empalador, adornada con su particular temática draculesca. Disfruté mucho paseando por sus adoquinadas calles de desiguales aceras, edificios que te trasladaban al pasado, fachadas con flores, una calle con paraguas colgados, bares que parecían sacados del medievo, su casco viejo adoquinado y torres de madera con tejados picudos más altos que el resto de la edificación. El hotel fue espectacular. Estaba decorado en esa madera tan típica de allí, con las paredes llenas de cuadros y frescos de su folclore. La habitación era una suite con hall de entrada, salon con televisión y chimenea de colorida cerámica. La habitación principal era enorme, con un baño igual de grande. Al llegar tuvimos la suerte de vivir el momento en el que el recién elegido nuevo Papa, Leon XVI salía a la terraza de la basílica de San Pedro ese miercoles 7 de mayo, para darse a conocer e impartir su primera bendición urbi et orbi. Al dia siguiente, lloviendo y con mucho frío, llegamos al Lago Rojo, que debe su nombre a la arcilla que se desprendió del monte cuando se creó. Este lago natural, que en algunas zonas alcanza los 10 metros de profundidad, se asienta en una zona de bosque de pinos inundada que se creó a mediados del siglo XIX debido al desprendimiento de una ladera de monte a causa de las fuertes lluvias y de los terremotos. Es un lugar muy agradable para pasar el dia rodeado de bosques de altisimos árboles de un verde muy oscuro. Además tiene un romántico embarcadero con sus barcas para pasearte por sus tranquilas aguas. Mas tarde en ruta y bajando un puerto lleno de curvas y mucha pendiente en pleno paraje Cárpato, paramos en las gargantas de Bicaz, unos cañones muy estrechos ubicados entre unas impresionantes y altísimas paredes de piedra que encauzan un río salvaje que baja con mucha fuerza de las montañas. El paisaje nos resultó espectacular porque nunca habíamos visto unas paredes tan asombrosamente altas, grises, desafiantes, afiladas, lisas, rectas y tan cercanas que casi se tocaban entre sí. Llegaban a medir 500 metros de alto sobre el asfalto. Sacamos muchas fotos bajo una persistente lluvia helada. Luego llegamos a Piatra Neamt (la perla de Moldova) con su casco viejo, la torre del reloj de Esteban el Grande junto a la iglesia de San Juan Bautista, sus monumentos medievales y un teleférico que subía al monte Cozla desde donde se veían de los Carpatos orientales. Las cervezas craft nos supieron buenísimas.
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