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Recorriendo Rumania

Recorriendo Rumania

Comenzamos nuestro viaje por Rumania con una breve visita a la capital. Por carreteras llenas de curvas entre puertos de montaña con los Cárpatos como paisaje de fondo, nos metimos en el corazón de Transilvania para comenzar nuestra aventura. Llegamos a Brasov, una ciudad de casas medievales de colores. La inmensa plaza Sfatului estaba llena de elegantes edificios barrocos presididos por el Ayuntamiento de Brasov, del cual destaca su altísima torre. Allí nos tomamos una apetitosa limonada, tal como tomaba el resto de la gente y compré unas cremas de la famosa doctora Aslan. Desde ahí se veía el Monte Tampa, con las letras en blanco de Brasov, al estilo Hollywood. Cerca visitamos la famosa y gótica Iglesia Negra, del siglo XIV, en cuya torre lucía la mayor campana de Rumanía con 6 toneladas de peso. El motivo del nombre de Iglesia negra se debe al incendio que arrasó el casco histórico de Brasov y por eso sus paredes estuvieron manchadas por el negro humo tapando los frescos. Esta iglesia protestante alemana tiene un pequeño retablo con la pintura de Cristo en el huerto de los olivos. Alrededor, en los laterales, conjuntos de bancos de coro donde se sentaban los soldados para proteger a las mujeres y niños, los cuales se sentaban en los bancos centrales. Además en los muros tiene colgadas variadas y valiosas alfombras turcas que provenían de regalos de visitantes extranjeros. Los bancos de la iglesia pueden orientarse hacia el órgano barroco moviendo el respaldo, debido a que en esta iglesia se escuchan muchos conciertos. Cerca hay una calle peatonal llena de tiendas y también vimos la Strada Sforiiel o callejón de las cuerdas, la tercera calle más estrecha del mundo y la primera de Europa del Este. Este pasaje de 80 metros de longitud tiene una anchura de 111 cms en su punto de mayor estrechez. En la foto estamos en la bonita Puerta de Santa Catalina, un acceso a la ciudadela antigua con una arquitectura de época medieval como en los cuentos con su tejado de 5 puntas. Se llama así porque al lado estaba el monasterio de Santa Catalina. En aquella época Brasov se encontraba bajo dominio de los sajones y a los rumanos únicamente se les permitía el acceso a la ciudadela fortificada a través de esta Puerta de Santa Catalina, en momentos determinados y mediante pago previo de una tasa de entrada.

El hotel estaba cerca de una estación de esquí rodeado de bosques en un paisaje de montes brumosos donde los osos se comen de media 3 personas al año. Al dia siguiente tuvimos la suerte de cenar cerca del hotel en un restaurante de picudos techos de madera decorado con enormes pieles de oso, cerámicas locales. El personal fue muy amable y cenamos a gusto una de las carnes más ricas que hemos comido nunca acompañada por una cerveza excepcional mientras unos músicos vestidos con los trajes típicos de allí tocaban y cantaban canciones de su folclore.

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