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Faros del sur

Faros del sur

Con lo aficionado que es Pedro a los faros de los litorales, en este viaje al este de Cadiz tuvo la oportunidad de ampliar su colección de fotos con muy buenas instantáneas ya que todo ese litoral ha tenido y tiene mucha actividad farera. Comenzamos por el faro de Torrecarbonera junto a la cuidada urbanización de la Alcaidesa, con iluminación y palmeras en sus carreteras, campo de golf que da a la playa y un señor escondido que vendía pelotas de golf al otro lado de la valla metálica del campo. Esa misma mañana fuimos a Torre Sabá o Torre Nueva y como había un buen aparcamiento justo encima de la playa, tras sacarnos las fotos junto al faro, bajamos los bártulos y los colocamos frente al mar para bañarnos. Ese día había olas y resaca, además de un gran escalón dentro del agua que pasabas de cubrirte la rodilla a llegarte el agua al cuello en pocos pasos. Menos mal que nos agarrábamos a los cabos con boyas que marcaban la pasarela de las barcas, y así nos pudimos bañar más seguros. El día que fuimos a Sotogrande, también había una torre a modo de faro en el espigón que se remataba en una escultura vasca estilo “peine de los vientos” donde se leía el nombre del autor y el precio de la obra de arte. Otro día llegamos hasta el Faro de Punta Carnero, al otro lado de la bahía de Algeciras justo enfrente del Peñón de Gibraltar, donde no había nadie. Otra mañana madrugamos para ir hasta el Faro de Trafalgar a hora y media de distancia del hotel. El faro está en lo alto y es de los de libro, con sus 34 m de altura y una linterna enorme. Pedro está en la foto en este faro. A su alrededor, los interminables kilómetros de playas son de arena blanca y fina. Vimos kit-surferos y jinetes a caballo paseando por la orilla. Se podría decir que esas playas se conservan algo así como en estado puro pues están llenas de dunas y vegetación. Además, no dejan aparcar junto a las playas. También notamos que en la zona hay un marcado ambiente de estilo bohemio. Había gente en la playa pero era incómodo estar allí porque el viento de Levante soplaba con fuerza y los granos de arena parecían flechas que se te clavaban en la piel, asi que bajamos hasta Barbate y como tuvimos la gran suerte de poder aparcar justo en la misma acera de la playa, sacamos los bártulos y nos colocamos en la orilla. La playa urbana es muy bonita, de arena fina y compactada, sin riesgo de hundirte. Por último, uno de los días que pasamos al Peñón con coche, fuimos hasta el Lighthouse, el interesante Faro de Gibraltar, enclavado en un lugar muy especial con unas vistas espectaculares de África, la costa este del Peñón y la bahía de Algeciras. La zona está muy bien preparada para visitarla, junto a la Universidad, y puedes pasearte por el sinuoso acantilado y entre las baterías que quedaron de cuando la guerra. En este parque hay una curiosa mezquita realmente preciosa, con un minarete altísimo, adornada con azulejos y dorados y una media luna inmensa coronándola.

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