Bodega del monasterio

El camino de León a Cangas de Narcea fue muy montañoso pero muy bonito, con alturas de más de 1500 m. Pasamos por el puerto de Leitariegos y todavía había nieve en la carretera. A las 12 teníamos visita a la bodega del Monasterio de Corias que antes estaba dentro del mismo convento y ahora es un parador en el que nos alojamos. La bodega es pequeña y se sitúa en las antiguas caballerizas del monasterio. Tras la esforzada y extensa explicación de la guía, que se desvivia en detalles, pudimos ver el lugar donde los tanques modernos llenos del vino cosechado este año seguia fermentando. Después fuimos a dar un paseo monte arriba para ver los viñedos de la odega que están situados justo encima del convento y dispuestos en bancales pues esta zona es muy montañosa. La uva se llama albarin y no tiene nada que ver con la del albariño. Las vides son mas altas que las nuestras, para que puedan pasar los minitractores. Nos dieron 5 catas, 2 de blanco y 3 de tinto y como nos gustó bastante este vino, nos trajimos un par de botellas para casa. Después de hacer el check in en el parador, subimos a la habitación que era enorme, ocupando dos de las antiguas celdas, con ventana y balcón con postigos, de decoración austera, mezclando lo moderno con elementos del convento. Los pasillos son largos, anchos y hay unas almadreñas en el suelo junto a cada puerta de habitación, todas tienen nombre, la de nuestra habitación se llamaba Ría del Eo. Te perdias yendo de un lado a otro de los pasillos que daban a los claustros. Tras descansar y dormir un rato fuimos a conocer esta joya de edificio del S. XI, promovido por los Condes Piñolo y Aldonza. Con los avatares del tiempo y un desafortunado incendio, el Monasterio fue reeditado y se reinaguró a principios del S.XIX. Le llaman el Escorial asturiano por la inmensiadad y la sobriedad de su estilo herreriano. Aquello es un pequeño museo: una celda de un monje como las de antes, nos sugeria la forma en la que vivian. El refectorio que ahora es restaurante conserva el pulpito, tiene 365 ventanas, como dias tiene el año, comedores inmensos, las paredes del comedor del desayuno estaban pintadas con peces enormes y leyendas….Conserva una biblioteca muy decorada, con mesas largas y lámparas como faroles, rodeada de plantas y de grupos de acogedores sofás, muy interesante. En los cantos de las baldas están escritas frases de pasajes del Evangelio, como el de Nicodemo. El jardín del antiguo claustro tiene setos al estilo Versalles, con una fuente en el medio y una araucaria muy alta traída de Chile por un monje. La escalera de madera conserva el desgaste de las huellas de los monjes, parecida a la del Seminario de Vitoria. Habia otras escaleras de piedra. En el subsuelo, junto a unos restos arqueológicos con tumba incluida, está el Spa y una piscina muy larga con techo alto en un ambiente oscurecido, iluminado solo por las luces internas del agua.....en fin, como buen parador, está preparado para pasar una estancia dentro de edificio una buena temporada sin aburrirte.
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