El perfume

Conmemorando estos días de Semana Santa la Pasión del Señor según el evangelio de San Marcos, me ha gustado mucho recordar el episodio con el que comienza el relato de su Pasión, que es el del perfume y que relata cómo una mujer llegó ante Jesus con un frasco de alabastro que contenía perfume puro de nardo cuyo valor era tan alto como todo el sueldo de un año. Estos perfumes se solían dosificar en gotas de tan preciado aceite, pero la mujer rompió el frasco y derramó todo su contenido por encima de la cabeza de Jesus ungiéndolo por completo. De aquí lo de la santa unción. El envidioso de Judas se quejó diciendo que lo que había hecho era un desperdicio pues con el valor de ese perfume, más de trescientos denarios, se podía haber alimentado durante mucho tiempo a los pobres. Jesus le salió al paso diciéndole que no molestara a la mujer porque había hecho una buena obra con Él, que ellos siempre tendrían a los pobres para cuando quisieran hacerles el bien; pero que a Jesus no le iban a tener siempre, adelantándoles su muerte al decirles que la mujer se había anticipado a ungir su cuerpo para la sepultura. Y aquí viene lo que me encanta: esta frase tan maravillosa cargada de amor y reconocimiento hacia la mujer cuando añade: De cierto os digo que dondequiera que sea predicado este evangelio en todo el mundo, también lo que ésta ha hecho será contado para memoria de ella. Impecable, exquisito, bellísimo.
Según dicen, este evangelio que es el más breve y probablemente el más antiguo, fue realizado en los años 70 d.C. y Marcos, sin intención de sacar conclusiones propias, intenta recoger de manera objetiva las crónicas que se contaban en aquella época de lo que había sido la vida de Jesus, relatándola con la intención de no crear confusión y señalando como punto más importante el hecho de su muerte: dejar claro que a Jesus le mataron y lo hicieron de forma humillante y cruel muriendo por asfixia clavado en una cruz. La gente sentía la amenaza de este hombre que aunque no les había hecho nada, su forma de vivir conforme a sus principios, haciendo el bien y predicando la justicia iba creando ya demasiados adeptos que podían llegar a trastocar el orden de las cosas establecido en aquella sociedad.
En la foto el Cristo de la procesión del silencio de este viernes santo.
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