Ermitas en septiembre 2025 - 1ª parte

Este año también hemos participado en la excursión por las ermitas que nos propuso la amable gente de Ermitaraba. La zona a visitar comprendía este año el valle de Ayala y Arceniega y decidimos asistir porque es muy difícil ir de pasada por esas tierras ya que nos caen muy a desmano, y sobre todo porque las iglesias vete a saber cuándo las volveremos a encontrar abiertas. Bajamos Altube, nos metimos por Amurrio y enseguida empezamos a ver la Sierra Salvada, pared y refugio de los pueblos donde estaban las ermitas de la ruta. Comenzamos por la de San Miguel en Etxegoien, la de la foto, y nos costó encontrarla porque quedaba a desmano del pueblo. Justo en este lugar fue donde Etxegoien nació y empezó a repoblarse allá por el siglo X. Esta ermita debió ser el modelo de las iglesias del resto del valle. Tiene una pequeña nave con su espadaña y un pórtico, pero no conserva la puerta original. Dentro hay un coro de madera y un pequeño retablo barroco de un solo nicho donde está San Miguel muy expresivo, luchando con el demonio con cara de enfadado, al pobre San Miguel le faltan los brazos pero lo compensa con la fuerza que irradia. El paisaje de campas al abrigo de la sierra era muy acogedor. De allí surgían unos caminos que ya nos gustaría algun día recorrer. Después fuimos a Aguíñiga a los pies de Sierra Salvada, un pueblo del siglo XII. Su iglesia de la Purisima Concepción está presidida por una balconada y un banco corrido con su fecha de construcción, 1789. La espadaña tiene un habitáculo para acceder a las campanas pero los vanos de la pared están cerrados y sólo hay un ventanuco visible desde fuera, así que nos quedamos preguntándonos cómo sonarán estas campanas. La portada es gótica y dentro destaca la capilla renacentista de los Durana, una joya construida gracias a Juan de Durana, un emigrante del nuevo mundo en busca de fortuna al que le fue muy bien. Las bóvedas y las paredes de toda la capilla están recubiertas de un retablo pintado y espléndidas pinturas de Juan de Armona, hoy pendientes de restaurar. Su escudo de armas se muestra en el arco de acceso: un árbol y cinco panelas, hojas de chopo y cruces de San Andrés. Luego llegamos a Respaldiza, el corazón del valle. Aquí se celebraban las Juntas Generales y se elegía cada 29 de septiembre, San Miguel, a los cargos municipales del valle usando un cántaro y cascabeles. Aquí juraban y se reunian cada 15 dias los 5 alcaldes y los 5 diputados, con funciones administrativas y judiciales, para celebrar en el cementerio la Junta General del Ayuntamiento y también los juicios, debido a que como era un lugar sagrado se considerba que los acuerdos o sentencias tendrían mucha más fuerza vinculante. Luego en el siglo XVIII se edificó el Palacio Consistorial aprovechando la torre de la iglesia. Allí luce el escudo de los Ayala, dos leones sostenidos por otro león coronado y sonriente, rodeado por mas leones y niños. La planta superior albergaba la cárcel. Al lado estaba el pórtico de la iglesia de la Asunción donde se celebraron también Juntas Generales y desde donde se podía ver tras una bonita reja, la capilla de la Piedad. Hoy está tapiada esa pared y la capilla se ve desde dentro de la iglesia. La portada del siglo XII es parecida a la del Santuario de Estibaliz, con sus cuatro columnas de bonitos entrelazados geométricos. Junto a la pared de la portada hay una valiosa lauda sepulcral románica, del abad Pedro cuyo año de construcción está reflejado segun el calendario de la "Era Hispánica", frecuente en la Edad Media, derivado de la dominación romana de Hispania y que empezaba en el año 38 a.C.. Este calendario fue abolido por los RRCatólicos. El retablo de la iglesia es el primer retablo churrigueresco del Pais Vasco. La imagen de la Asunción es curiosa por los ángeles que a su alrededor la elevan al cielo. Al lado del retablo está el sepulcro del primer conde de Ayala, Don Vela y los herederos de su linaje. A destacar la capilla de la Virgen madrileña del Rosario, de dulce expresión y por supuesto, la capilla de la Piedad mencionada, de buena talla, que data del siglo XVI y desprende gran intensidad emocional. Tras ver estas maravillosas obras de arte, nos tomamos un café antes de continuar la ruta y seguir viendo las ermitas que todavía teníamos planificadas para esta espléndida mañana de sábado.
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