La cueva del león-tigre

La cueva de Arrikrutz está en Oñati, dentro del inmenso complejo kárstico de Gesaltza-Arrikrutz que alberga el macizo de Aizkorri. La visita transcurrió entre estrechas y altas verticales paredes de la roca, como si estuviéramos recorriendo un desfiladero por donde pasaba un rio subterráneo, y esto impresionaba porque podías tocar con las manos la pared de ambas orillas. El recorrido rectilíneo y curvoso a ratos, estaba iluminado estratégicamente y las pasarelas se conectaban en diferentes alturas subiendo y bajando escaleras, lo que ampliaba las vistas traseras y delanteras del recorrido, apreciando acentuadas caídas bajo el tramex de los pies. Dentro observamos las típicas estalactitas y otras formaciones geológicas de una cueva, pero lo que caracteriza a Arrikrutz es su importancia paleontológica al ser la única cueva de la península de la que se sabe que tuvo vida salvaje porque allí se cobijaban hace miles de años animales de las cavernas. Afortunadamente se han encontrado sus restos, en concreto, el esqueleto de un animal, mezcla de nuestro león-tigre actual, cuya copia, tal como se encontró el original, sobresalía del suelo para darnos cuenta del tamaño y de la forma que tenían estos animales. Sobre una roca había una réplica de cómo pudo haber sido este animal, en actitud amenazante y realmente impresionaba. También encontraron un cementerio de osos, cráneos y huesos de panteras y se sabe que allí moraron hienas y ciervos gigantes. La visita se pudo calificar de auténtico lujo porque estuvimos los dos solos con la única compañía de la guía y durante toda una hora tuvimos la cueva a nuestra entera disposición para disfrutar sin prisas de sus bellezas y sobre todo del silencio convertido en paz absoluta.
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