El mar atlántico y sus costas

Qué ilusión nos hizo meternos en el mar en noviembre, sentir su aroma y ver los colores que forma el el sol en el cielo del anochecer al juntarse en el infinito con el mar disfrutando de los destellos que forma el sol al estar tan bajo en esta época del año. La playa era inmensa y estaba situada dentro del parque de Doñana, con su dunas y bosques de vegetación marina. Desde el mismo hotel podiamos llegar al centro de Matalascañas por un paseo maritimo o paseando por la orilla sorteando pescadores y esquivando descaradas gaviotas, cegados de tanta claridad, por algo le llaman la costa de la luz. Enfrente de la subida al pueblo te encontrabas con los restos de una torre vigía del Siglo XVII, patas arriba, a la que le fallaron los cimientos y cayó rodando por el terraplén hasta dejarse caer en la playa dentro del mar y allí lleva siglos bañada por las mareas. Como era de esperar por estar en Huelva, nos hemos puesto las botas a comer deliciosas gambas cocidas con sal gorda por encima, a la plancha, en ensaladilla, al ajillo y también hay que destacar sus frituras, como los sabrosísimos fritos de adobo y por supuesto, cómo no, su jamón, que es de los más exquisitos de todo el país. Un dia fuimos de excursión a Palos de la Frontera, que tiene una casa consistorial adornada de azulejos y esculturas de los Reyes Católicos de colorida cerámica, bajamos hasta el Monasterio de la Rábida, franciscano, donde los monjes acogieron a un derrotado Colón, y el confesor de la Reina Católica a la que convenció para financiar su gesta. Otro día cruzamos el puente por encima del Guadiana y pasamos a Portugal, a la Vila Real de S.Antonio donde vimos una exposición de la industria conservera de la sardina y del atun y paseamos por su calle mayor llena de tiendas donde compramos unos manteles, y de animados bares con tapas muy ricas. A la vuelta paramos en al Parador de Ayamonte a tomarnos un café con unas vistas preciosas de la desembocadura del río Guadiana y el puente que une los dos países. Después bajamos al pueblo y paseamos por su paseo maritimo, la lonja del pescado, sus plazas con azulejos, sus callejas y comercios y nos gustó tanto aquello como para pensar en tenerlo como nuevo destino para pasar allí unos dias.
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