En El Escorial

Tanto por fuera como por dentro el edificio es colosal. Llegas a su basílica y es de enormes proporciones con un altar subido en interminables escaleras con las imágenes doradas de los donantes, en este caso la familia de Felipe II y de su padre Carlos V y mas de 7.000 reliquias del megalómano coleccionista. Aposentos variados tanto de la familia de los Austrias como después fue la de los Borbones. La zona de los panteones es otra más de las solemnidades del real sitio. El panteón principal y profundo de los reyes y padres de reyes que ya está completo, y el historiado en alabastro de los infantes con muchas tumbas esperando ocupante, no te dejan indiferente. La biblioteca áurea porque no se ve el lomo de los libros sino solo la parte del canto de las hojas y todas son doradas, es maravillosa, con mas de 40.000 volúmenes en los idiomas de la época y ejemplares únicos de fama mundial. Salas y más salas repletas de mobiliario, tapices, obras de arte de la época y de la colección de pinturas de Felipe II, incluso con cuadros del Greco aunque no fuera un pintor de su gusto. Cuando tras subir y bajar motones de escaleras sales por fin al exterior, encuentras unas vistas espectaculares desde los cuidados jardines haciendo dibujos de laberintos que animan el conjunto del edificio ya de por sí de aspecto muy severo con tanto granito gris. Después de comer fuimos a ver la casita del príncipe, un regalo de Carlos III a su hijo y a la M.Luisa de Parma para que tuvieran sus fiestas y para llegar paseas por largas avenidas rodeadas de parques con árboles altísimos y senderos de arena.
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