De Copacabana a Ipanema

Decir Rio es mucho que decir. La humedad salitrosa y caliente que te acompaña todo el dia a donde vayas te prepara mentalmente para admirar con tranquilidad las bellezas de aquella zona tan preciosa llena de vistas impresionantes. Sus playas de olas rugientes y aceras onduladas tienen nombre mundial que se recuerda al momento. La gente paseándolas con unos cuerpos afortunados tan bien modelados que andan con ritmo de samba y te incitan a cantar esas bossa-novas tan maravillosas de los años 60 en un ambiente muy deportivo. La naturaleza tan viva, verde y generosa envidiando las vistas que tienen sus mejores enclaves: el Corcovado, el bondinho que te sube al Pan de Azucar, el fuerte militar, el puente que pasa la bahia, los paseos de las playas....Es fácil emocionarte con tanta cosa bonita. Una ciudad que tiene tanta naturaleza mezclada a la vez con estructuras urbanas tan dispares, edificios lujosos junto al mar por un lado y visibles favelas colgadas de los montes por otro, necesitas tiempo para asimilarla. En su casco historico encuentras una catedral única en forma de pirámide sin obstaculos por dentro, impresiona, las zonas mas antiguas, como las escaleras Seralon, el antiguo acueducto, el Lagoa, su jardín botánico y el palacete derruido tan elegante que le sigue asombran con el ritmo tan variado de la ciudad. La gente es muy amable y te o ponen fácil para moverte y disfrutar la ciudad. Las cervezas que saben tan ricas tomadas en la playa, las vistas de la zona maritima de Urka y las de Copacabana desde el fuerte militar son inolvidables. Además se come muy bien y las caipirihnas saben deliciosas allí. Pedro ha visto la última maravilla del mundo que le quedaba por ver y aqui se queda su recuerdo.