El jamoncito

Como nos habian salido bien las analiticas, con el peso y el colesterol controlados, nos pudimos premiar con esta paletilla con la que llevabamos soñando desde hacia tiempo. Cómo lucia en la cesta de la compra asomando su pezuña reluciente. La ceremonia de apertura comenzó en silencio a la espera de que apareciera la primera lonchita veteada que inauguraba la temporada. Por fin se mostró y metiendola en la boca como algo sagrado qué delicia fué darle el primer bocado, qué sensación tan agradable.... esa grasilla disolviendose en la boca, ese olor y sabor tan salvaje que nos devuelve el recuerdo grabado en nuestra memoria gustativa, hhhmmm... Un sabor unico....Con pan recien hecho y una copa de vino y saboreandolo recien cortado, de pie, sin esperar a que llegue a la mesa es como mas rico está. Despues de unos dias de comerlo a todas horas, como pasa con todo, la novedad se desvanece y ya no es como al principio que es cuando mejor te sabe, por ello agradeces que se termine y no acabe convertido en acompañamiento de guisos o en croquetas. Con tan buen recuerdo nos quedamos hasta una próxima ocasión, allá despues del verano quizás, cuando nos pida el cuerpo alegrar las tardes del inicio del invierno.