Cena de despedida

Para despedirnos de Malaga elegimos un sitio en las playas del Pedregalejo. Solo por su nombre ya sabes que tiene que ser un sitio especial pues se llama Miguelito el Cariñoso y además de estar muy bien considerado por las opiniones que lees en los sitios en Internet, el lugar es muy atractivo porque está situado junto a una pequeña playa de poca extensión y a muy pocos metros del mar. Cenamos fuera, en la calle, con los transeuntes paseando entre nosotros y la lancha de los espetos cuyos troncos poco a poco iban cogiendo y desprendiendo el calor suficiente para poder asar los pescados atravesados por esos espadones de madera tan útiles y primitivos. Me recordaba cuando venia a Malaga hace tanto tiempo que los espetos se clavaban en la arena de la misma playa junto a unos troncos enormes que estaban pegando al chiringuito esparciendose los restos de brasas alrededor si habia viento, pero esto ya no existe. Ahora se montan una marinera barca pintada y alzada sobre un pedestal donde dentro hay arena. Esto hace la misma funcion que cuando estaba a pie de playa pero de una manera mas limpia y recogida que antes. Asi que nos tomamos un vino blanco de la tierra y comimos pescado y espetos de sardinas, viendo al parrillero cómo hacia su trabajo y el mimo que imprimia a todas las piezas que debia asar y asi estuvimos mirandonos y brindando por todo, sintiendo la brisa del mar y del cielo hasta que se nos hizo de noche contemplando un atardecer precioso en el horizonte, por lo que la cena resultó ser muy romantica y el bloody mary que me tomé después en el pub del mismo paseo, me hizo verla mas romantica todavia......
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