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Soldados al cuartel

Soldados al cuartel

La mañana amaneció muy lluviosa en Berga y el monasterio del Queralt que protege la ciudad desde su alto estaba invisible cubierto de nieblas. En el desayuno nos avisaron que no ibamos a estar mucha gente. El dueño del hotel nos facilitó la visita al museo de historia donde conocimos su importancia medieval, su riqueza industrial textil y supimos que Berga habia sido la capital del territorio carlista durante los 3 ultimos años de la 1ª guerra. Tambien visitamos el museo de la Patum, tradición que se celebra el dia del Corpus, declarada patrimonio de la humanidad, que acoge una sorprendente procesión de cabezudos y figuras ancestrales que reparten mucho fuego por el ambiente. Tras recorrer las estrechas callejas en cuesta de la juderia llegamos al hotel y allí por fin nos juntamos con los soldados de otras épocas, yo era la única chica pero me hicieron estar a gusto en todo momento. El encuentro fué muy ameno, muy divertido porque nos reimos mucho y muy didáctico al enterarme cómo transcurria la vida en un cuartel en épocas diferentes narradas por sus protagonistas de primera mano que ocurrieron allí mismo donde estábamos comiendo, en aquellas instalaciones reconvertidas desde hace mas de 20 años en lugares de ocio y de servicios a la comunidad, porque hasta el momento solo tenia la versión de Pedro y ambos pudimos apreciar cómo las cosas y las formas cambiaban mucho segun el momento en el que se sucedieron y las personas que las vivieron. No dejaba de sorprenderme y reirme con todas las historias que contaban, sus reflexiones, las sensaciones meditadas años después... asi que escuchádoles y viendo sus fotos se me pasó el tiempo volando. La comida fué muy rica al tratarse de productos de la región muy bien cocinados: aceitunas y embutidos de la zona, fideuá de marisco, ternera al horno con revellones y un postre dulce exquisito; los vinos excelentes, sobre todo uno blanco en botella azul de flores y cómo no... el cava que se bebía solo con mirarle y del que di buena cuenta ya que allí nadie bebía entusiasmados en contar sus anécdotas. Al final nos despedimos de los soldados prometiendo volver a vernos muy pronto y nos sacamos esta fonto frente a su cuartel convertido ahora en un hotel muy acogedor.

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