Botero y más en Medellin

Encontramos un moderno y vanguardista Medellín, aunque es una ciudad de otros 8 millones de habitantes y hay de todo, pero nosotros al estar alojados en la zona rosa apreciamos lo mejor de la ciudad. Edificios gubernamentales recien construidos, plazas inmensas con grandes muestras de arte moderno, lugares de esparcimiento deportivo y culturales, botánico, planetario, equipamientos de todo tipo construidos en unos edificios finalistas y ganadores muchos de ellos de concursos mundiales por su diseño, construidos por famosos arquitectos. Museos al aire libre como el de acoge las esculturas de Botero y centros de exposiciones inmensos, nuevos y seguro que de muy cara ejecución nos dejaron asombrados. Subimos al cerro Nutibara presidido por un pueblito paisa y desde allí vislumbramos una ciudad en forma de un plato hondo, rodeando el centro innumerables barrios de cuestas pronunciadisimas. Los centros comerciales como el de Santa Fé nos parecieron muy lujosos, pues albergaban dentro unas tiendas decoradas y mucho mas caras que aqui, por cierto. Las cafeterias del último piso estaban colgadas en terrazas colgantes acristaladas que superaban todo lo visto hasta la fecha; en su base una fuente impulsaba el agua a la altura del ultimo piso y tenía un inmenso laberinto de setos naturales en los que la gente se perdia entretenida. Los restaurantes del parque Llares, muy animados y atestados de gente bailando musicaron nuestras cenas y las mesas de alrededor estaban presididas por el licor de Antioquia, un aguardiente que allí bebe toda la gente cuando se junta a pasar un rato, acompañado solo de agua y tacos de limón y que nosotros al final decidimos no catar. Al final del viaje y sin saberlo, tuvimos que volver a Medellín para coger el avión destino Madrid.
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