Cataratas Victoria

Ya desde el avión pudimos apreciar la gran falla de las Cataratas Victoria y las altas nubes de agua que provocan su caida. Al llegar al aeropuerto de Zimbabue, nos dimos cuenta que del glamour de Ciudad del Cabo habiamos cambiado radicalmente a otro ambiente, mas puro africano, con mucho calor y diferente naturaleza. Incluso desde el hotel, un precioso lodge estilo victoriano, con unos inmensos jardines para pasear con tranquilidas y unas vistas maravillosas, se veia a menos de 2 km las mismas nubes de agua que vimos desde el avión porque en esta época del año las cataratas estaban al pleno de su capacidad precipitándose con un rugido estremecedor. Por la calle del pequeño pueblo del mismo nombre y que rodean los lodges y los caminos que llevan a las cataratas, había unos pocos restaurantes, algun banco y en vez de perros, eran los monos con su crias y los jabalís quienes ocupaban las aceras. LLegamos paseando al puente que separa Zimbabue de Zambia, la antigua Rodhesia y el abismo era de vértigo, al fondo el agua corria veloz formando meandros y arcos iris cerrando un círculo que jamás habíamos visto ni veremos como no volvamos allí. Al dia siguiente entramos dentro del parque que rodea las cataratas presidido por el explorador y misionero Livingston (supongo) que tuvo la gran suerte de descubrirlas porque al acercarse su canoa se varó en una pequeña isla que ahora lleva su nombre, que está justo al borde evitando carse por las mismas y así las dió a conocer al mundo. El espectáculo a medida que íbamos descubriéndolas en diferentes tramos, porque miden alrededor de 2 km de largo, nos dejaba sin habla, no se puede describir tal belleza, la inmensidad de tan potente naturaleza en todo su esplendor era fascinante, con razón son una de las 7 maravillas del mundo natural. No te cansabas de hacer fotos y admirar hipnotizada el espectáculo tan variado y cambiante pues en cada mirada que las echabas se precipitaban con un color y de una forma distinta haciendo dibujos en el agua al caer. Después por la tarde, el relajante paseo por el rio Zimbeze, alojamiento de los hipopotamos, a los que les vimos la cabeza y sacudir las orejitas, cerró el viaje que hicimos a esta afortunada tierra y que lo ha puesto en el primer lugar de todos los que hemos hecho hasta la fecha debido al alto nivel de su abrumadora naturaleza que no se puede describir, solo sentir muy adentro. Volveremos a algun otro sitio de Africa, una tierra que tiene lo que más engancha: admirar la mayor obra de arte que nos ofrece la mas pura naturaleza. No podemos dejar de pensar en ella. Nos tendrá por mucho tiempo la mente ocupada pues nos ha dejado mucha huella todo lo que hemos vivido estos dias.