El santo de los viajeros

Como cada 10 de julio, me acuerdo de San Cristobal, ya que además de llamarse asi la zona donde vivo, es mi santo predilecto porque me considero muy viajera y necesitada por tanto de su protección. Cuando me compré mi primer coche, un Honda rojo, que se llamaba Fer porque nació el dia de San Fermin, lo primero que hice fué esperar a que, 3 dias mas tarde llegara el dia de San Cristobal, acudir a la misa solemne donde acude mucha gente que trabaja en la carretera, y después, ya que ese dia colocan al Santo justo al borde de la calzada para que pueda bendecir a todos los vehículos que tienen a bien homenajearle desfilando delante suyo, ir corriendo a por mi coche para pasearle con mucha devoción por delante de la efigie del Santo, implorando su bendición, inaugurando así su vida oficial conmigo, que duró nada menos que 5 años debido a que llegó el dia en el que pensamos que, como ya apenas usábamos nuestros respectivos autos porque siempre estábamos juntos podiamos prescindir de uno de los dos coches, pero al final, como acordamos que lo mejor era desprendernos de los dos y compartir un nuevo coche, compramos un Ford al que llamamos Jero por haber salido del taller el dia 30 de septiembre, San Jeronimo. Asi que esperando nos siga bendiciendo como hasta ahora, acudimos el pasado domingo ante San Cristobal para renovar nuestros votos de fidelidad a su santa protección, rogándole no nos abandone nunca. Después lo celebramos con una botellita de champán, ya que estos acontecimientos deben tratarse como se merecen, distinguiéndoles con su particular sello de oro.