Santiago y los ajos

Hoy ha sido el dia de Santiago y aunque habitualmente suele ser un dia de calor, esta vez y tal como está el tiempo de revuelto, nos ha salido bastante oscuro y lluvioso. Este verano pocos dias nos hemos puesto el bañador y la ropa de verano y a este paso se nos echa encima el otoño sin disfrutar del sol. A ver si por la Blanca mejora un poco porque eso de ir con los paraguas sacaojos por la calle es muy incómodo, y hemos estado paseando de puestito en puestito: productores de vino, aceite, quesos... acercándonos con cuidado para no chocarnos los paraguas. Este año han puesto la feria ganadera al lado de casa, en pleno campus universitario y era curioso ver caballos autóctonos y vacas junto a la pared de la facultad de Letras. Habia mucha gente llevando las típicas ristras de ajos al cuello, un ritual de toda la vida que resulta una imagen muy espectacular y mas si vas vestido de aldeano. Ya me gustaría saber luego cómo se quitan de encima el olor a ajo. Después de ver el campus, nos hemos acercado hasta la Cuesta de San Francisco, en pleno casco medieval, cuyo olorcillo desde lejos presagiaba que no estaba para nada apta para vampiros. Allí, miles de ristras del bulbo del alium sativum, el condimento más querido de la cocina universal, se ofrecian expuestas pero tapadas para no coger humedad, sobre una media de 25€ y si preferías también los podias comprar sueltos a unos cuatro euros el kilo. Mas caros eran los ajos rojos, al ser los más preciados. Aqui estoy yo junto a una señora que tenia mucha prisa en pagar sus ajos, porque se estaba mojando. Habia mucho ambiente en el casco viejo y hemos tomado el aperitivo en el Barrón y después en un bar nuevo de la Kutxi, donde tienen pintxos a base de patatas y hemos comido uno aderezado con mojo picón que estaba muy bueno. A pesar de la lluvia, la fiesta no paraba, con las calles abarrotadas y animadas por cuadrillas de blusas y sus fanfarrias.
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