Nadar

Me gusta nadar. Nadando relajo mi mente y me cargo de energia. Me sumerjo y empiezo el ritmo incesante de las brazadas, un largo, otro, otro mas, a una velocidad constante, dos largos por minuto, llego al tope, doy la vuelta y continuo. Es una sensación de libertad y de control al mismo tiempo. Siempre el mismo sonido, la guia azul del fondo, las burbujas de aire, los brazos de alguien que nada paralelo en la otra calle, la respiración acomodada al ritmo de las brazadas. Me encanta nadar cuando se filtra el sol por los cristales atravesando el agua cruzándola hasta el fondo y al pasar por encima ves su reflejo ondulado cuando el movimiento del agua lo baila. He nadado desde siempre, en el rompeolas y en el rio de pequeña, después vinieron las piscinas y he encontrado muchas en mi vida, de agua dulce, salada, termal, mas caliente o mas fria. Habitualmente nado en el agua climatizada de la piscina cubierta tanto en invierno como en verano. También me gusta el agua de los spa’s, con sus saunas y piscinas de colorida luz tenue con zonas de diferentes chorros, qué mágicas y beneficiosas son. El agua me gusta porque me acaricia resbalandose por mi piel, me hace flotar y todo se vuelve tan ligero. Es como cuando sueñas que vuelas y tu cuerpo pierde la gravedad, te das vueltas, serpenteas, buceas, subes, bajas, la mente se queda en blanco y es un buen momento para recitar poesia. Por mi, viviría dentro del agua como una sirena.
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