Artajona-Lodosa

Un bonito dia de septiembre fuimos hacia Navarra para ver uno de los pueblos catalogados como bonitos de España: Artajona. Allí encontramos tras subir una empinada cuesta, el famoso Cerco, la fortificación medieval más popular de la región. Una ciudad amurallada, con casas, aljibes, muralla, su paseo de ronda, muy bien conservado. En su día tuvo 14 torreones almenados de los que sólo quedan nueve que demuestran sobradamente su potente poderío defensivo. El conjunto está rematado por su monumental iglesia-fortaleza de San Saturnino, con un campanario que hacía funciones de vigía. La portada es gótica con influencia francesa. Las decoradas arquivoltas que enmarcan el tímpano contienen las tallas de los reyes de Navarra y del martirio del Santo. El origen del Cerco se remonta al siglo XI y continuó su apogeo durante los siglos venideros por ser un destacado y codiciado lugar gracias a sus defensas naturales. Allí arriba rodeados de vistas inalcanzables a nuestros ojos, convivieron en el medievo en armonia una mezcla de nobles, clérigos, militares y labriegos que tuvieron que hacer frente todos juntos a numerosas luchas, batallas y asedios para mantener su supervivencia defendida en este lugar del Cerco.
Dejamos Artajona y nos dirigimos a Lodosa, rica vega junto a la ribera del Ebro. Villa famosa por su toro de soga y sobre todo por ser la cuna del pimiento del piquillo, que pillamos en plena recolección y aprovechamos para traer unos kilitos a casa. Allí, nos asomamos al río, comimos su rica menestra de verduras y nos asombramos de las cortinas de pimientos puestos a secar en los balcones de las calles. Sentados en la plaza disfrutamos de un rato muy divertido porque nos encontramos por casualidad con Mikel, el sobrino y un poco más tarde con su hijo, nuestro sobrinete Amets, su madre Lourdes y su abuelo materno, gente encantadora.
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