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Fados del verano

Fados del verano

Este año, igual que el pasado, los del restaurante portugués se enrollaron con una noche de fados. Estaba muy emocionada porque nos habíamos apuntado lo menos tres meses atrás y me parecía que la fecha nunca iba a llegar. La noche estaba desapacible y amenzaba lluvia y allí fuimos andando muy abrigados a pesar de estar en plena noche de San Pedro. La cena fue fabulosa como era de esperar. Nos recibieron con una velita en la mesa, vino verde y un rico buey de mar bien preparado que chuperreteamos ahsta sacarle brillo. Luego siguieron unos jugosos boliños de carne de cocido y otros de bacalao. Después nos sorprendieron con una generosa ración de pulpo con sus patatitas y pimentón. Terminados los aperitivos, comenzó la primera actuación del grupo que iba a animarnos la cena, formado por una cantante de voz prodigiosa y sus acompañantes a la guitarra portuguesa y española. Las canciones fueron melodiosas y alegres y aplaudimos a rabiar. Después de esta primera actuación, nos sirvieron un arroz caldoso de pescado y marisco que estaba exquisito y aunque era potente, como estaba tan rico y calentito, nos supo a gloria y nos asentó el estómago cargado de tantos primeros platos. El vino verde iba desapareciendo de su botella a gran velocidad. Luego llegó el plato principal, un solomillo a la brasa rodeado de bacon con sus patatas asadas, pero estábamos tan llenos que después de observarlo y olerlo con ganas, decidimos que fuera directamente al tupper que llevé de casa, que lo llevé porque conozco a esta generosa gente, que son unos exagerados con sus cantidades de comida. Además, me parece un delito y un pecado dejar en el plato tan exquisitos y apreciados manjares cuyo destino es el desperdicio. Mi sorpresa llegó cuando ví al camarero repartiendo tuppers a tutiplén entre las mesas, idea que la gente aplaudió encantada. Después volvieron los cantantes para ofrecernos el segundo repertorio de fados, más fastuoso aún que el anterior. Cantaron tan sentimentalmente que se te ponían los pelos de punta. La maravillosa solista y también sus acompañantes nos deleitaron con sus sentidas canciones. Lo hicieron divinamente.¡¡¡ Nos encantó !!!! Viva el mundo de los fados!!!!! Finalmente llegaron los postres en forma de pastelitos delicados de manzana con chupito de Oporto. Una infusión de regaliz recolocó en su sitio una sabrosa y suculenta cena que nos transportó durante toda la noche al mismísimo centro de Lisboa.

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