Volvieron las fiestas de siempre

Este año por fin han vuelto a celebrarse con todo el esplendor de siempre las fiestas a nuestra venerada Virgen Blanca. Nosotros no somos de ir de fiestas pero nos gusta saber que ha acudido mucha gente y con el covid coleando todavía nos da respeto meternos entre multitudes, asi que la tarde del txupinazo la vimos por la tele con copita de champán en la mano y canapés, y otros dias nos hemos paseado para ver el ambiente sin pararnos en los puestos ni entrando en los bares atiborrados de gente con los camareros agotados de cansancio. Fuimos al rosario de la Aurora, pero tras 2 años de ausencia se nos olvidó que empezaba a las 7 y llegamos a las 8 cuando sonaban los últimos compases de la letanía y la gente entraba a la plaza, asi que tuvimos la suerte de pillar sitio muy cerca de las escaleras de San Miguel donde estaba el altar y poder sacar esta bonita foto de los últimos pasos de la procesión del rosario cuando subian a la Virgen. Tras la misa fuimos a por los anhelados churros con chocolate pero andábamos despistados buscando sitio por la falta de costumbre de estos dos ultimos años y fuimos a parar a uno que nos sirvió el chocolate en un vaso de plastico y los churros parecían de dieta. Sí que celebramos la comida de la Blanca con los cuñaos, pero fué en Logroño y luego fuimos a tomar el café con la trenza de hojaldre a su casa de Labraza. Allí pudimos saludar a los sobrinos recién futuros padres y presenciamos el txupinazo del inicio de sus recogiditas fiestas viendo bajar y quedarse a medio camino a su mini-celedón festivo al que vuelven a subir al finalizar el fin de semana. Al dia siguiente de la Blanca nos dimos un homenaje en el bar de Fran degustando su potente "menú de fiestas" sabiendo que nos iba a afectar esa grasilla tan rica de sus ibéricos, patés, pil-piles y chuletillas de cordero, pero un dia es un dia y aunque sufrimos la dura digestión disfrutamos mucho de la comida. Por la noche, de lo cansada que estaba por el madrugón al que ya no estamos acostumbrados de lo bien que vivimos sin ir a trabajar, me dormí sin ver los fuegos artificiales. El domingo fuimos a misa a San Miguel, y la capilla de la Virgen estaba repleta de centros y ramos de flores. El retablo del altar estaba recien restaurado y lucía su color original: La Virgen flanqueada por San Pedro y San Pablo con tablas de esculturas de la vida de Virgen. Encima San Miguel pisando a un demonio con una cara curiosa, entre asustado y resignado, Tenía a San Sebastian y San Felipe a los lados y en el ático lucía poderosa a Crucifixión. El lunes nos dimos una vuelta por las barracas y constatamos que allí seguia la tómbola Antojitos; la atracción de la carrera de camellos también estaba allí, pero había cambiado de dueños y la chica que lo guiaba no cantaba tan bien eso de "el cuatro campeón, de la competición". También estaba allí el jefe del Toro Sentado con unos altos precios de 4€ cada sesión deflactada ya que lo caro se acompaña de una reducción de los escasos minutos de atracción, quizás con el fin de que ya no te lleves tantos porrazos como cuando la sesión duraba mas tiempo. Qué dificil lo tienen ahora los padres con el presupuesto dedicado a montar a sus hijos en todas las atracciones que les piden. Nos dieron allí las 11 de la noche y presenciamos los fuegos artificiales desde el mismo recinto. Vimos los fuegos bajos, pues las copas de los árboles nos impedían ver los altos. No nos importó mucho pues desde nuestra terraza lo que solemos ver son los fuegos altos y así compensamos. Solo hubo 3 noches de fuegos, menos que antes que eran 4. El tiempo ha sido muy bueno y durante el dia hemos disfrutado de la piscina jugando antes unas partiditas de pin-pon, que cada vez se nos da mejor, sobre todo el juego de ataque.
0 comentarios