Mas faros de la costa asturiana

Cuando salimos a río abierto y vimos la ria de Vegadeo nos hizo mucha ilusión. Después de varios dias entre montañas y valles profundos, ver el mar que se iba acercando y la luz de la costa, fue muy gratificante. Paramos a tomar un vino en Ribadeo porque nos trae buenos recuerdos y seguro que pronto volveremos a su parador. Luego pusimos rumbo al faro de Busto y nos encantó el entorno de esta zona de la costa occidental de Asturias, además el tiempo nos acompañaba y un cielo azul con un tibio sol de media tarde daba tonos cálidos al paisaje marino. Los paseos alrededor del faro, con miradores sobre los altos acantilados de más de 60 m de caída, ayudan a que tengas unas vistas del contorno de la costa indescriptibles e hipnotizantes. Observas kilometros de recortada costa con pliegues que se van sobreponiendo a lo lejos y es emocionante y muy espectacular. Abajo, hay playas de piedrilla y a algunas sólo se puede acceder por mar. La costa se ve salpicada de muchos farallones que sobresalen del agua con espumas de olas estrellándose adornando la secuencia del paisaje. Tras dormir apaciblemente en el Fornon de Novellana, cuya cena fue gustosísima, salimos corriendo al dia siguiente hacia el Faro Vidio. El lugar donde se asienta el faro de Vidio nos volvió a sorprender. El paisaje era tan intenso o más que el del faro anterior y eso era justo lo que esperábamos. Habia mucha gente por allí paseando y nos daba pena marcharnos y, aunque nos hubieramos quedado toda la mañana descubriendo los recorridos que tienen por allí, no pudimos porque se nos hacía tarde. Habiamos disfrutado con calma del espléndido desayuno del hotelito, el tiempo voló y todavía nos quedaba media hora de distancia para llegar a visitar la guinda del viaje: la mina de Arnao, nuestra última visita.
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