Por Logroño

El viernes 2 de octubre nos dimos una vuelta por un Logroño. Por el camino nos paramos en Argote, donde no puedes marcharte sin tomar un pote, y descubrimos un interesante lugar para volver a picar algo en plan rústico y comprar productos de la zona. Después ya en Logroño, vimos enseguida que la ciudad palpitaba a un ritmo más acelerado que en Vitoria. Sin aforos en sus bares, donde puedes consumir ya en la barra, algo que ya pensábamos no iba a volver a ocurrir, el ambiente estaba en marcha. Habia mas gente en la calle que por aquí y en el comercio se notaba un jaleo especial. Después de hacer unas compras en la tienda de ropa que no pisaba desde 2019, nos tomamos un vino con su "matrimonio" y me emocioné al volver a disfrutar de este pintxo inconfundible por su potente sabor, mezcla de anchoas y pimientos. Luego fuimos a comer a un lugar con patio muy cuidado y de ahí al museo Würth, al que hacia años que no visitabamos. La exposición itinerante estaba dedicada a un pintor genial que pinta la naturaleza solo con sus dedos y manos como pinceles y es capaz de componer en sus oleos paisajes del mundo pintados directamente en plein air en las peores condiciones climáticas, llenos de cambios de luz y colores vivos. Su pintura tiene relieve porque es muy pastosa y la extiende directamente por el lienzo creando paisajes sobrecogedores haciendo que vivas lo que ves. El chaval es Christopher Lehmpfulhn y la colección se llama Pathos.
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