Venezia

Dia y medio teniamos para disfrutar de esta ciudad de encantamiento y no perdimos minuto ninguno admirando y paseando fascinados por la magia de su canales, sus plazas, las estrechas callejuelas y los vetustos palacios. Venezia es mágica. Los colores del cielo, el agua y las piedras son comparables al color de sus cristales de Murano. La basilica de y la plaza de San Marcos, con la parada obligatoria en el café Florian, el mas antiguo de Europa, hizo que el spritz que nos tomamos servido por un impecable camarero sin edad nos supiera a gloria. La guia que tuvimos hizo que sintiéramos con pasión los asombrosos relatos de sus trifulcas medievales y conventuales con un Casanova persiguiendo a unas novicias que andaban muy revuelta; la razón de llevar máscaras puestas y las tragedias que la han amenazado y continuan haciendolo pretendiendo olvidarla sepultada bajo sus aguas, algo que no podremos consentir. Suspìramos junto al puente de los Suspiros y el paseo en gondola con cantante incluido y un O Sole Mio cantado a pleno pulmon nos hizo vibrar, olvidarnos del intenso frio, sentir puro romanticismo por esta embriagadora ciudad y lo mejor: desear volver muy pronto de nuevo.
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