El cocktail de la casa

Lo bebimos por primera vez en la romántica Venecia, en el Florian, el famoso café de la plaza San Marcos, donde un camarero que parecia venido de la época de Casanova impecablemente vestido de blanco, con ese toque de elegancia que solo tienen quienes nacen con ello, además de amable y profesional, no paraba de llenarnos el platito de crujientes costrinis de queso. Ese cocktail tan bien servido nos hechizó y desde aquello nos parece la bebida mas apasionada del mundo. Con tan buen recuerdo, enganchados de por vida a este cálido brebaje, repetimos la jugada en Florencia, en el Giubbe Rosse, donde además de disfrutar de otro spritz glorioso y de unos enriquecedores momentos admirando las paredes llenas de cuadros, recuerdos y pinturas de quienes hacian tertulias en este local, nos pusimos morados a canapés de las apetitosas bandejas que dejaban a tu disposición en la barra. Para nosotros esta bebida siempre ligada a nuestro primer viaje a Italia que tan buenos recuerdos nos trae. Los fines de semana Pedro compone y rellena las copas de cocktail con esta delicia del Spritz, que le sale exquisita, y por ello el fin de semana nos sabe a gloria.
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