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De excursión en Gaztelugatxe

De excursión en Gaztelugatxe

El sábado quedamos con la prima MªMar e Ibai para ir de excursión camino de San Juan de Gaztelugatxe. Aunque salió nublado en Vitoria, a medida que nos íbamos acercando a la costa el dia afortunadamente se fué despejando, y cuando llegamos a la ria del Urdaibai ya estaba el cielo azul-azul sin una nube. Seguimos la costa y nos paramos en el mirador donde se ve el cabo Matxitxako a la derecha y la isla de Gaztelugatxe a la izquierda separadas por el peñasco de Izaro, justo en el medio de ambos fenómenos naturales. Un poco a lo lejos el sol nos dejaba apreciar la plataforma de gas Gaviota y sobre todo el impresionante recorte de la agreste costa que nos rodeaba. Enseguida aparcamos, arriba, junto al restaurante, porque ya no se puede dejar el coche abajo, junto al puente que une ambas orillas, y comenzamos a bajar por un camino muy pendiente y resbaladizo monte abajo echando en falta las botas y los bastones de monte, tanto para bajar como lueg para la subida de vuelta. Más de media hora de trayecto invertimos por lo dificultoso del terreno. Pero la cosa no quedó ahí pues cuando emprendimos la subida de las escaleras hacia subida hacia la ermita, tras pasar el puente que une la isla a tierra firme, los casi 300 empinados e interminables escalones no paraban de hacernos resoplar. Por fin llegamos al alto de la ermita y todo el esfuerzo realizado mereció sobradamente la pena porque las vistas son tan espectaculares y el paisaje tan sobrecogedor adornado por el azul de un dia tan soleado que pensamos que teniamos que haber ido mucho antes a visitar este maravilloso lugar encantado, con tanta historia y devoción. Las huellas de San Juan Degollado, el serpenteante camino escalonado, la campana tocada 3 veces, la vista perdida en la lejania y la brisa tan refrescante que nos envolvía nos anclaban en lo alto de la peña sin querernos dejar bajarnos de alli. Me acordé de la canción que cantábamos en el euskaltegi al que fui cuando era muy joven, tan romántica, que hablaba de las tragedias que allí se vivieron y tenia esta musica y letra tan bonitas. Cuánto tiempo ha pasado desde aquella primera excursión. Con pena emprendimos la vuelta en silencio disfrutando de la experiencia vivida y quedamos en volver en invierno, en uno de esos dias de fuerte temporal con mucho viento para disfrutar de las olas que pasando de un lado al otro del puente se estrellan contra las rocas y las brumas te envuelven susurrándote las acompañes hacia dentro del mar.

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