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De Atenas a Estambul

De Atenas a Estambul

Estos últimos dias de octubre hemos aprovechado para coger las últimas vacaciones de verano que nos quedaban y darnos una vuelta por el mar Egeo. Comenzamos en Atenas y nos quedamos impresionados con la colina donde se albergaba el Partenón y el resto de templos que permanecieron casi 20 siglos en pie hasta que los venecianos pegaron un pepinazo desde una colina cercana y se cargaron la historia de todo este tiempo. Los griegos intentan restaurar todo el complejo de templos dándoles el aire de la época de su máximo esplendor, pero todavia tienen para unos 35 años mas de obras. De mientras los mejores restos se exhiben en el British Museum porque se los llevaron los ingleses que en eso de rapiñar saben mucho y hasta allá tendremos que ir a admirar el friso del Partenón o las estatuas de Atenea. El resto del viaje ha sido muy bonito, aunque no el régimen del barco pues solo te deja coger una idea de lo que hay por esas tierras ya que el tiempo de visitarlas es mínimo. Volveremos a Creta y su palacio de Knossos con toda la civilizacion minoica; a Santorini y su lujosa isla habitada en el cráter de un volcán; volveremos a saludar al pelícano Petrus en Mykonos junto a sus molinos de viento y recorreremos la muralla de la orden de los caballeros de San Juan en Rodas, imaginándonos de nuevo el gran coloso de 39 metros de altura en bronce que solo se lució durante 69 años ya que un terremoto lo empujó al fondo de la bahía y allí estuvo protegiendo a los barcos que en vez de pasar debajo de sus piernas lo hacían por encima de sus mareas durante 900 años mas hasta que no hace tantos años un judio compró la figura y necesitó mas de 900 camellos para transportar sus restos de bronce. Una vez que llegamos a Esmirna, no nos imaginábamos que íbamos a presenciar la grandiosidad de Efeso y la emocionante visita a la casita de la Virgen. La llegada a Estambul por mar nos pilló frente a un martini blanco en uno de los bares del barco de estilo muy marinero, cubierto de madera y con un piano dentro del mostrador. La vista fué espectacular: el palacio de Topkapi descendía suavemente en la bahía, orgullosos se levantaban los nada menos que cuatro minaretes de la mezquita azul, a su lado mas mezquitas resurgían victoriosas y la torre de Gálata las saludaba desde el otro lado del Bosforo. Tuvimos la suerte de estar una tarde-noche y la mañana siguiente por allí y disfrutamos mucho comiendo bocadillos de pescado, pistachos, encurtidos y comprando pimienta rosa en su bazar de las especias. Paseamos por Taksim y el Gran Bazar y no pudimos visitar un hammam porque no tuvimos tiempo, asi que hay que volver a la divertida Estambul cuando antes.

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