Despedimos la noche de San Juan

De nuevo fuimos a disfrutar de la superpopular hoguera de San Juan, eterna al ser tan bien alimentada por montones de libros y apuntes del chavalerio que ha terminado las clases y por escritos con deseos que se quieren quemar para limpiar esas parcelas de tu vida que debemos superadas. El calor era sofocante porque la fuente de calor se torna muy potente y los padres con niños al hombro, empeñados en que sus tiernos infantes conozcan el ritual del prendido de la hoguera por los dantzaris con cuernos y pieles de cordero, huian despavoridos cuando el nene asustado recibía la primera ráfaga resplandeciente y ardiente llena de chispas de fuego. Cumplido el ritual de arrojar el mensaje al fuego para que se retorciera entre las llamas, nos obsequiamos en la Tasca con un bocadillo de bonito en escabeche con alegrias que nos llenó tanto que no pudimos rematarlo con un chato de los itinerantes Hermanos Alonso, porque estábamos como boas pero como Vitoria tiene fiestas para rato, esperaremos un mejor momento para tomarnos ese vino dulce tan castizo. Las cosas cambian y este año será el último que disfrutemos de la hoguera de San Juan en Judizmendi y lo hacemos para dar paso a la de un nuevo emplazamiento a unos metros de casa y encima con cohetes y barbacue incluida. Una hoguera sencilla, con poca gente, la de Aretxabaleta, nuestro nuevo lugar de residencia cuya fiesta es la del santo San Juan. Gente maja a la que conocimos al dia siguiente de la hogera, cuando despues de la misa de celebración fuimos al local social a tomar un piscolabis de empanadas gallegas y patatas fritas. La hoguera será igual o más emocionante que la vivida estos años por sentirla mas cercana, mas tuya y estoy deseando que llegue la próxima noche de la víspera de San Juan.
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