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Puerto cartaginés

Puerto cartaginés

Llevabamos ya 2 dias en Guardamar y se nos ocurrio bajar por la costa. Visitamos el paseo maritimo de Torrevieja con sus bancos encima de las rocas para disfrutar a la vez del sol y del agua que te baña los pies y nos daba envidia ver a la gente, mayormente abueletes y extranjeros, dejar pasar el tiempo con los ojos abiertos y la vista fija en el mar o cerrarlos y dejarte llevar por el todavia suave sol de abril oliendo el aroma del viento. Alli estuvimos sentados en un banco de lo ultimo de la playa, disfrutando del panorama, imaginando que en pocos años, si Dios quiere, iremos de nuevo por allí sin prisas, con tiempo de sobra para dejarlo pasar ocupándote de lo que mas te apetezca...., pero como todavia no ha llegado este momento y nuestro tiempo libr,e al ser esclavos de un alienante trabajo, es limitado  y tenemos que sacarle el mayor partido posible, atajamos a toda velocidad por entre las calles de la ciudad y nos pusimos rumbo a Cartagena donde llegamos al mediodia. Tras bajar rapidamente un paseo peatonal que albergaba unos edificios fantásticos de primeros del siglo pasado y echar una breve ojeada al puerto, donde no encontramos el submarino de Peral, fuimos a comer un arroz negro a un sitio que nos permitia admirar la joya de su Ayuntamiento y el camarero nos explicó que el submarino lo habian retirado del exterior porque estaba oxidándose y lo habian restaurado llevandolo al Museo Naval, asi que allí fuimos despues de comer y estuvimos viendo tantas cosas relacionadas con lo marinero que a mi me mareaban como si estuviera a la deriva en alta mar.... y como dicen los jóvenes me rallaba la temática, porque entre otras cosas tenia los pies destrozados de tanto andar y allí no habia ni un taburete para poder sentarte. Al final localizamos el albergue del famoso submarino que estaba en un edificio anexo y mientras que Pedro estaba muy entusiasmado observando el aparato, yo estaba deseando salir y disfrutar al aire libre de tan recordada bahia, con esa costa montañosa que la rodea, tan perfecta y estratégica, la que fenicios y posteriores civilizaciones codiciaron como el mejor enclave defensivo de sus conquistadas posesiones. No pudimos subir a ver el teatro romano ni pasearnos por los jardines que rinden homenaje a destacados cartagineses, asi que lo dejamos para otra ocasion en la que visitemos mas proundamente el territorio murciano, del que soy una fan porque desde que lo conocí, guardo muy buen recuerdo.

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