Mi querida amiga Geli

Menuda sorpresa me dió mi amiga Geli cuando va y me dice que se viene para Vitoria. No me lo podia creer que me hiciera el regalo de celebrar su dia de la comunidad conmigo metiendose en el cuerpo madrugones y mas de 1000 km de viaje en pleno invierno. El dia llegó y el tiempo como un homenaje a ella que vive en un clima mas cálido, se mostró de lo mas benigno, aunque anunciaba nieves, pero nos permitió ir de visita a la maravillosa Donosti y disfrutar de su paseo nuevo, donde en un mar tan en calma como el de aquel viernes, era dificil imaginar lo fuertes que se estrellan las olas y los impactos que el bravío oleaje deja a su paso en forma de derrumbes en reparación que encontramos en el paseo. Con suave brisa y bajo un sol que no parecia del mes de febrero caminamos poco a poco aprovechando el momento y mis amigos respiraron el aroma de otro mar diferente al suyo y apreciaron las bellezas de un agreste paisaje tan diferente al suyo tambien. Nos dirigimos hasta el casco viejo de la ciudad para llevarles de pintxos y por allí estuvimos disfrutando de las delicatessen que se comen con la vista, manjares de apetitosa presentación y combinación de formas y colores que intentas imitar en casa pero cuya labor se hace imposible, lo que te invita de nuevo a volver. Habia mucho ambiente por las calles y después de tomar el ultimo vino continuamos disfrutando de la ciudad recorriendo el paseo y bajando a la playa que invitaba a andar en marea baja. Terminamos tomando un café en la terraza que tiene el balneario de la Perla encima de la playa viendo a los valientes bañistas que se atrevian a entrar en un agua tan helada. Yo creo que Donosti y su entorno les enamoró y aumentó en mi amiga y su marido la pasión tan arrebatadora que demuestran en la foto.
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