El primer pollito

Ayer, como hacía tan buen tiempo y como en esta tierra estos dias calurosos los tenemos contados y en cualquier momento se nos acabó el verano, pensamos en darnos una vuelta por la cervecera que queda mas cerca de la piscina de Gamarra y tomar una cervecita al fresco abrigo de sus cuarentones plataneros. Asi que en ellos estábamos cuando de repente interrumpimos nuestra conversación que trataba sobre un tema candente hoy en dia, el miedo manipulador, al olfatear un delicioso aroma que solo se huele en estos sitios: el del pollo asado. Sin poder resistirnos a la fatalidad, quienes ocupábamos unas cuantas mesas cercanas nos levantamos hipnotizados y sinuosamente tras el olorcillo nos acercamos al mostrados de este profesional como la copa de un pino por lo bien que cocina su género para que nos sirviera tan delicioso manjar. Concentrados en religioso silencio en saborear muslos, alas y pechuga, untar todo aquello sin que quedara una gota y escanciar las últimas gotas de la última jarra de cerveza, llegamos a un estado de nirvana muy tranquilizante y suspirando de satisfacción reanudamos la conversación que dejamos a medias. A ver si el tiempo nos deja repetir la hazaña. Yo creo que segundas partes siempre serán buenas en lo que a cerveceras y pollo asado atañe.