Descenso del rio Sella

Fuimos prontito hasta Arriondas y allí nos dieron los remos, la piragua, un chaleco salvavidas y un tanque hermético con una bolsa de bocadillos para meter la ropa limpia para que no se mojara haciendo el descenso del rio Sella. Menos mal que no llevaba mucha agua porque al principio y hasta que no le cogimos el truco nos fue muy difícil gobernar la piragua entre los dos, dando tumbos y embarrancándose contra las orillas, menos mal que no nos caímos al agua, pero nos costó muchísimo remar y acabé con unas agujetas tremendas tras pasar 4 horas en una piragua 16 km rio abajo. Durante el trayecto hay orillas y puedes descansar y bajarte a comer el bocadillo que te dan, pero es tan malo que lo acabas tirando a los peces que por cierto parecen tiburones y los hay a miles, me imagino por la cantidad de comida que reciben de los piragüistas, pero fíjate, son tantos que te salen a mirar y terminas pegándoles paladas de lo pesados que se ponen. También vimos un par de chiringuitos donde asaban de todo y escanciaban toneladas de sidra . Se lo tienen bien montado porque es un negocio tremendo, hay muchas agencias de piraguas y el rio parece la calle Dato un sábado por la noche. Tienes que ir avisando de que vas a abordarles porque la gente se queda parada en medio del río y terminamos chocándonos. Al final del trayecto te están esperando en una orilla y subes a un autobús cubierto de plástico los asientos y que sale cada poco tiempo para devolverte a Arriondas. Aunque fue mucho el esfuerzo que hicimos remando, lo pasamos genial y otro año volveremos porque merece la pena ese recorrido y el paisaje es precioso.
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